Por: Elias Reynaldo Ajata Rivera*
RESUMEN
Si bien la lingüística es la ciencia que se ocupa del lenguaje articulado, tal hecho no nos priva de referirnos a otros campos del saber humano. El (la) lingüista puede hablar sobre política, economía, sociedad, religión, medicina…porque estas necesitan de la lengua para existir, ser transmitidas, cultivarse y enriquecerse. Por ello, nuestro propósito es diferenciar la interculturalidad, el racismo y la discriminación en relación a la lengua. Asimismo, abordamos los efectos que tuvieron la colonización y la introducción del español en el actual territorio boliviano. Durante la Colonia, el indígena era visto como un ser inferior al que se debía utilizar en trabajos y evangelizarlo, además decidir por él y servirse de su lengua para hacer desaparecer su cultura. Esta forma de pensar no cambió con la República, llegando a la situación actual donde los idiomas nativos se hallan con menos prestigio y sus hablantes discriminados. Desde hace siglos, hay leyes que protegen a los indígenas, últimamente también sus idiomas, empero su implementación y efectos positivos se harán esperar aún dado que cambiar la mentalidad de la población es una tarea difícil. Finalmente, aclaramos que la interculturalidad es un concepto que no viene desde hace siglos, pero nos servirá de parámetro para ver tanto el pasado como el presente.
Palabras Clave: Lenguas nativas, aymara, racismo, discriminación, interculturalidad.
INTRODUCCIÓN
Al pensar en interculturalidad, palabra que por cierto no está en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), se me ocurre analizar su vínculo con la situación de las lenguas nativas respecto al español. No obstante, alguien se preguntará: ¿qué relación tiene la interculturalidad con las lenguas? y posiblemente la misma persona se responda silenciosamente que “no puede existir lengua sin cultura y viceversa” coincidiendo así con Isidro Mamani que menciona: “una cultura sin lengua es cualquier cosa menos cultura” (2010:62) Entonces, para entender interculturalidad se tiene que comprender primeramente cultura (conjunto de maneras de vivir y de pensar de determinado grupo en particular).
En la reciente Ley Contra el Racismo y toda forma de Discriminación la interculturalidad es “la interacción entre las culturas, que se constituye en instrumento para la cohesión y convivencia armónica y equilibrada entre todos los pueblos y naciones para la construcción de relaciones de igualdad y equidad de manera respetuosa”. Pues bien, rescatamos el hecho de que para que haya interculturalidad tiene que existir dos o más culturas que se relacionen mutuamente dialogando con conocimientos, saberes ciencia y tecnología. En otras palabras, es algo dirigido al exterior en oposición a intraculturalidad que “promueve la recuperación, fortalecimiento, desarrollo y cohesión al interior de las culturas”. En suma, interculturalidad es la proyección hacia el exterior e intraculturalidad, la perspectiva interior.
Las preguntas siguen surgiendo más velozmente que las respuestas ¿Será que las culturas andinas estuvieron en relación intercultural con el español? Si no hubo tal cosa, ¿cuál fue la situación que tuvieron?
Líneas arriba vemos que una relación intercultural se la efectiviza de manera igualitaria y equitativa donde el fin es vivir en concordia. Por tal razón, podemos afirmar que, debido al colonialismo practicado hasta el momento, la infravaloración de todo lo nativo y las consecuencia que tuvo en la personalidad de aymaras, quechuas, guaraníes y otras naciones indígenas no es interculturalidad lo que hubo sino racismo y discriminación, a tal punto que se involucró a las lenguas. Esos son los aspectos que nos preocupan y nos llevan a enredarnos en la telaraña del problema planteado y tratar de salir del mismo con un resultado bueno y convincente.
EL RACISMO HACIA LOS INDÍGENAS…LA PESTE QUE LLEGÓ CON LOS ESPAÑOLES
Racismo es “toda teoría tendente a la valoración de unas diferencias biológicas y/o culturales, reales o imaginarias en provecho de un grupo y en perjuicio del otro, con el fin de justificar una agresión y un sistema de dominación que presume la superioridad de un grupo sobre otro” (inc. c) del art. 5 de la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación). Se fundamenta en prejuicios, es decir, en juicios y opiniones formados de manera inmotivada anticipadamente y careciendo del conocimiento necesario. Con racismo nos referimos no solamente a la doctrina sino también al comportamiento que puede ser practicado institucional o individualmente. Su manera de existir puede ser silenciosa o abierta y violenta. Frecuentemente las víctimas son grupos vulnerables y/o minoritarios.
Para Nelson Mandela, ex presidente sudafricano y líder que luchó contra la segregación racial llamada apartheid, “el racismo es una enfermedad de la mente y del alma” (QUIRÓS 2010:62). Evidentemente, raza es un concepto inventado que recorrió la historia en base a supuestas diferencias humanas. Las creencias que la fundamentan se convirtieron en mitos que confundieron los comportamientos humanos con los rasgos físicos. Últimamente se ha comprobado que existen más diferencias entre individuos que pertenecen presuntamente a una misma raza que los que hay con respecto a personas que son de otros grupos humanos del mundo.
Desde la invasión española, existió una actitud racista y discriminadora hacia los nativos. La primera muestra de ello es haber sido llamados “indios” sin ser indios sino habitantes del Abya Yalam hoy llamado América. El término mencionado se ha degenerado tanto que hoy es una palabra que connota desprecio.
La conquista significó la aparición de nuevos elementos racistas en detrimento de la cultura de los dominados. Para mantener esa situación, se tuvo que recurrir a la milicia, la explotación minera, los servicios a los hacendados, el cobro de tributos y la evangelización, entre otros. En todo caso, se presumía la superioridad de los españoles y la inferioridad de los nativos, desembocando en prácticas discriminatorias, segregación, persecución y dominación.
Entendemos por discriminación a toda forma de distinción, exclusión restricción o preferencia que se basa en motivos de origen, cultura, color, idioma, edad, ideología, condición social y otros. Entonces, por ello afirmamos que el trato que recibieron los indígenas no fue producto de la interculturalidad. En todo este tiempo, la sociedad se organizó fundamentada en la presunta supremacía racial de unos y el desprecio de otros, ignorando la igualdad, el respeto recíproco, la integración, la convivencia armónica, la interacción en igualdad de condiciones y el fortalecimiento de la identidad propia y ajena, que son necesarios en una relación intercultural.
LA LENGUA: VÍCTIMIZADORA Y VÍCTIMA
Cuando el racismo y la discriminación se manifiestan, la lengua es el mejor vehículo dado que es el medio más efectivo con que cuenta el ser humano y “tiene el poder de nombrar todo cuanto existe” (MAMANI 2010.63). Respecto a la utilidad de la lengua, Marcapaillo indica que “a través de la exteriorización de las palabras existieron y se hicieron las cosas” (2010:40). Cuando una persona califica a otra de “negro”, “indio”, “feo”, etc., está empleando la lengua para herir al semejante y expresarle su pensamiento racista y discriminatorio que ve el mundo con unos que valen más y otros, menos.
Carla Espósito Guevara dice que “el racismo se va construyendo con palabras que la gente dice, palabras que la gente escucha, palabras que la gente repite, palabras que la gente obedece” (2008:55). Consiguientemente, la lengua sirve para transmitir, recibir, reproducir información racista así como es el medio que facilita la ejecución de acciones de ese tipo. Prácticamente, el código lingüístico es mal utilizado para producir y reproducir el racismo y la discriminación.
Aún el proverbio bíblico 12:18 respalda las afirmaciones anteriores al decir que “hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la lengua de los sabios es medicina”. Es así que mediante la concretización de la lengua (habla) podemos construir como destruir. La humanidad desde tiempos remotos empleó apelativos despectivos para aludir a sus semejantes. Los griegos y los romanos, por ejemplo, llamaban bárbaros a todos aquellos que se encontraban fuera de sus fronteras. A lo largo de la historia haber nacido judío, gitano, negro o indígena significó estar en una condición desventajosa para soportar la carga de las prejuiciosas palabras racistas.
Por otro lado, de la misma manera que se puede emplear una lengua para aminorar a otros, ésta puede ser golpeada por el racismo y la discriminación. René Appel y Pieter Muysken mencionan que “las lenguas no son sólo instrumentos objetivos y socialmente neutros que transmiten un significado, sino que están relacionadas con las identidades de los grupos sociales o étnicos, tiene consecuencias para la evaluación social de las lenguas y para las actitudes que ellas provocan” (1996:29). En otras palabras, la valoración de un idioma está íntimamente vinculada a las actitudes de las personas hacia ella. Los mismos autores añaden más adelante que esta postura influye en la actitud hacia las instituciones o modelos culturales característicos del grupo. Es así que encontramos el siguiente esquema que representa la formación de actitudes:
FUENTE: Appel y Muysken; Bilingüismo y Contacto de Lenguas
Pues bien, anteriormente explicamos la manera como los pueblos nativos fueron sometidos al dominio colonial español, sufriendo tratos racistas y discriminatorios. Según el gráfico presentado, tales actitudes repercuten en la visión que se tiene sobre la lengua del grupo, en este caso los indígenas y sus idiomas. En efecto, no estamos equivocados porque desde la invasión europea hasta nuestros días se ha discriminado y racializado la lenguas nativas.
Una de las maneras de instrumentalizarlas fue su uso en la evangelización. Por ejemplo, en el caso del aymara, las corrientes existentes en aquellos tiempos no se interesaron en estudiarla “para conocer su estructura lingüística y difusión de este idioma, sino los propósitos más bien fueron los de enterrar los valores culturales de esta región de Los Andes” (APAZA 2010:200). Ya en 1577, los Jesuitas se proponían efectuar el estudio del aymara para la catequización creando para ello la Casa de Juli en Perú. En 1592, Fray Diego de Montalvo, cuarto obispo de Cusco, ordenaba a los curas aprender el aymara y el quechua para predicar y confesar en esas lenguas.
Para efectivizar la dominación “se desarrolló un proceso de evangelización simbólica como mecanismo de persuasión que legitimó los factores de inferiorización de los indios” (GALL 2001:91 citado en CHOQUE 2010:71). Se sirvieron de las lenguas nativas para combatir las culturas nativas. Según Illapa Kallisaya, hasta el conocido Ludovico Berthonio despreció a los aymaras “tildándolos de ‘bárbaros’, ‘mal habituados’, ‘llenos de espinos y abrojos sus corazones’. Se dice de ellos que tienen ‘poca capacidad’ y un ‘ratero y corto entendimiento’. Sus creencias son ‘errores’; su religión ‘supersticiones’; sus líderes espirituales, ‘hechiceros’” (1984:LVII citado en 2011:145). Actualmente son muchos los investigadores que lo tienen por dios pese a que se sabe que en la elaboración del “Vocabulario de la Lengua Aymara” participaron nativos como Martín de Santa Cruz Hanansaya del ayllu Cara.
Si bien durante el colonialismo español no se valoró los idiomas nativos y sus hablantes, tampoco se lo hizo en la República. Los países latinoamericanos se formaron en base a ideas excluyentes que dividían el mundo en dos: los blancos/ los negros, los indios y los salvajes; los letrados/los analfabetos; la civilización de las “buenas costumbres” de la ciudad/la barbarie o salvajismo del campo (CPMGA 2007:18). Se buscaba que el habitante se enmarque en la idea de la nación “blanca, letrada y civilizada”. Para que una persona sea considerada ciudadano tenía que ser mayor de edad, ser católico, tener ingresos y saber leer y escribir en español. De modo que las lenguas nativas estaban estigmatizadas para hacerlas desaparecer.
La situación no cambió siquiera con la Revolución de 1952. Desde entonces, la actitud fue dirigida a liquidar la cultura indígena para construir “la Nación Boliviana” con “hegemonía blanca y mestiza”. En este contexto, las lenguas nativas eran consideradas “bárbaras”, de “indios” “y sólo el castellano era considerado como idioma de prestigio” (KALLISAYA 2011:152). En otras palabras, según los ideólogos de entonces, las lenguas nativas pertenecían a culturas del pasado que no servían para el objetivo que se habían propuesto.
Muchos pensarían que actualmente tanto las lenguas nativas como las comunidades lingüísticas que las emplean no son discriminadas ni hay racismo. Sin embargo, hay hechos contundentes que desmienten aquello. No se puede ignorar los sucesos violentos promocionados y ejecutados por algunos grupos radicales del oriente y sur del país en contra de indígenas y campesinos. Al margen de las reivindicaciones que buscaban conseguir, la actuación fue tal que no se puede calificar de otra manera que racista.
Se asegura que “la vestimenta y el idioma fueron los signos visibles para discriminar a las y los asambleístas campesinos e indígenas” (CALLA y MURUCHI 2008:43). Entonces, estamos viviendo aún en una sociedad que aprecia a los seres humanos según su origen, lengua y condición. En la revista “Observando el Racismo”, publicado por la Defensoría del Pueblo y la Universidad de la Cordillera se puede leer varios ejemplos verbales racistas. Las constituyentes cruceñas decían a sus colegas indígenas “dame campo, Hijo” recordando que en hace muchos años el indígena estaba considerado al nivel de los niños, por ende, se podía decidir por ellos. “India cállate, mientras no hables castellano, fuera de aquí” increpó una representante de PODEMOS (agrupación ciudadana) a Isabel Domínguez, presidenta de la Comisión Estructura de Estado, que había pedido hablar en quechua por tener un español no muy bueno. Durante las plenarias varios hablaron en su idioma entretanto se observaba que algunos asambleístas silbaban, bostezaban, salían o se preguntaban “¿por qué vienen sino saben hablar civilizadamente?” asociando civilización al español y salvajismo a los idiomas nativos.
Recordemos que las actitudes racistas como las citadas no solamente se manifiestan individualmente, existe por otro lado la forma institucional. Durante el desarrollo de la Asamblea Constituyente hubo protestas protagonizadas por organizaciones interesadas en no cambiar las condiciones vigentes. Se escuchó gritar, por ejemplo,”El que no salta es llama” aludiendo a los habitantes del occidente, a más de involucrar a un animal que es el símbolo de las tierras altas, denigrando así a la cultura que convive y está enlazada con ella desde tiempos inmemoriales. Ya en el seno de la misma Asamblea se impuso que el texto de la nueva Constitución Política del Estado sea redactado por una élite conocedora de un lenguaje técnico, por lo que “podemos deducir que los detentores de ese lenguaje eran –en el mejor de los casos- los constituyentes que hablaban castellano, pues la técnica jurídica se expresa en ese idioma”(ZEGARRA 2008:118) marginando así a los indígenas por la poca competencia del español.
Los citados Calla y Muruchi mencionan que “el racismo estructura cotidianamente a la sociedad, excluyendo silenciosamente a unos a vivir con menos poderes y oportunidades y a otros otorgando mayores jerarquías y ventajas” (2008:37). Eso es lo que quedó demostrado en los ejemplos señalados y todavía en gran parte de nuestra vida cotidiana. Evidentemente, sucede que “cuando alguien baila una danza autóctona, habla del sistema económico, social y político del Ayllu, se comunica en aymara, come quinua, etc. Es tildado de retrógrado, étnico, salvaje, indio y otros apelativos” (KALLISAYA 2011:145), insinuando de esa forma que pertenecen a un sistema anticuado y superado a presente.
¿CUÁL ES LA SITUACIÓN ACTUAL DE LAS LENGUAS NATIVAS?
Las consecuencias fueron funestas. Después de varios siglos de resistencia, los idiomas nativos se encuentran en una ubicación desventajosa, socialmente hablando, frente al español. Se espera que con las nuevas políticas y medidas legales se vaya eliminando la visión negativa que prevalece en nuestro país.
Las lenguas nativas son consideradas de menor prestigio, es decir tienen un status sociopolítico inferior, denominado técnicamente diglosia. Fruto de ello “los hablantes de estas lenguas sufren discriminaciones de parte de algunos estratos sociales que hablan castellano” (APAZA 2010:184) incluso de las personas que tienen ascendencia indígena. De esa manera se incurre en actitudes misógenas.
El misogenismo es el rechazo a los orígenes y la gente que cae en él “muchas veces prefiere ignorar su origen porque piensa, al igual que sus opresores, que es una cultura ‘baja’, y que cuya lengua debería desaparecer, por eso, muchos de ellos, sabiendo no lo hablan” (MAMANI 2010:72). Todos nos hemos enterado, por ejemplo, que alguien se ha cambiado el apellido porque era una palabra nativa (Qulqi a Plata, Jamach’i a Pajarito, Janqú a Blanco) o escuchamos refonemizaciones al español (Ch’iyara a Chiara, Qhispi a Quispe, Ch’aphi a Chapi). Lo mismo ocurre con nombres de lugar que en varios casos muestran una mezcla de lenguas (San Andrés de Machaca) prevaleciendo la pronunciación o escritura españolizada de palabras nativas (Calacoto por Qala Qutu, Coripata por Quri Pata, Nazacara por Nasa Q’ara)
El español es favorecido en muchos campos. Desde primaria hasta la profesionalización, la educación es en lengua dominante. Maritza Silva cuenta que en el Municipio de Qurpa el 95% (noventa y cinco por ciento) de los padres de familiase inclina por que sus hijos hablen más castellano en el colegio y consideran que no enseñar en español desde los primeros niveles es una discriminación, obviamente lo propio ocurre en el resto de nuestro territorio. Asimismo, se evidencia que los actos formales, los festejos, los documentos, la bibliografía existente, los trámites administrativos y otros son realizados en español. Es más la situación empeora cuando a través de los medios de comunicación se fomenta valores alienantes no sólo españolizantes sino de otras culturas muy lejanas, olvidándose simultáneamente de las lenguas nativas. Por ejemplo, ¿alguien ha visto que una empresa prestigiosa haga conocer su propaganda publicitaria en guaraní, quechua o aymara por los canales televisivos?
En tal situación dada por la superposición lingüística del español, podemos hablar de un colonialismo lingüístico. Acomodándose claramente los términos dominante (español) y dominados (lenguas nativas) ¿Qué actitud vamos a tomar frente a este problema? Una posición pasiva significa no hacer nada; la reactiva, responder a los que nos pasa como apaga fuegos; la pre-activa, anticiparnos a los cambios y la pro-activa, contribuir al cambio o provocarla (CPMGA 2007:16). Lo recomendable es que tomemos las dos últimas opciones porque así tenemos la posibilidad de prevenir hechos desfavorables, generar políticas adecuadas y ser actores de las transformaciones tendentes a beneficiar a las lenguas subyugadas.
ESFUERZOS ANTIRACISTAS Y ANTIDISCRIMINATORIOS ESTATALES Y UNIVERSALES
Hablando ya de disposiciones legales, la Nueva Constitución Política del Estado prohíbe toda forma de discriminación que se base en color, origen, cultura e idioma y reconoce como idiomas oficiales a 36 lenguas nativas. La reciente Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación trata de contribuir mediante acciones en el campo educativo, en la administración pública, en el ámbito de la comunicación, información y difusión, del mismo modo que en el económico. Por otro lado, tipifica como delitos contra la dignidad del ser humano los hechos y dichos (difusión, incitación, insultos y agresiones verbales) racistas y discriminatorias. En el campo formativo, la Ley Avelino Siñani - Elizardo Pérez prescribe que la educación se la debe iniciar en lengua materna, es decir, de acuerdo a la mayoría de hablantes de cada población o comunidad.
No simplemente hay documentos estatales sino internacionales. La Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, elevada al rango de ley en nuestro país, manifiesta que “los pueblos y las personas indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de ninguna discriminación” (Artículo 2). Reconoce el derecho a tener una educación y establecer los medios de información en su propio idioma, del propio modo menciona que es un derecho la transmisión del código lingüístico a las futuras generaciones. El 21 de diciembre de 1965, la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial. Bolivia ya la había ratificado el 15 de agosto de 1970 por decreto supremo y el 14 de mayo de 1999 se dispuso como ley.
CONCLUSION
Con este tema no buscamos ser absolutistas ni relativistas culturales porque los unos piensan que lo suyo es óptimo y lo único permisible y los otros no admiten que los demás grupos sean similares y buscan que no cambien sus características. En ambos extremos corremos en peligro de caer en racismo. En esta parte, podemos afirmar que no es una relación intercultural lo que existe entre las lenguas nativas y el español sino diglosia, donde las primeras están en condición de dominadas y el segundo, de dominante. La desigualdad jerárquica sociopolítica indicada hace que se discrimine y racialice a los hablantes nativos, pese a que un gran porcentaje de la población boliviana no emplea el español.
Esta situación desequilibrada surgió en virtud del contacto de lenguas ocurrido con el arribo de los españoles. En la colonia y la República se mantuvieron las actitudes racistas hacia las naciones indígenas, sus lenguas e individualmente sus hablantes. Las maneras de manifestarse pasaron desde lo personal hasta lo institucional tomando facetas silenciosas y violentas durante nuestra historia.
El racismo y la discriminación no encuentran mejor vía de expresión que la lengua. Por otra parte, la lengua puede ser flagelada por el racismo y la discriminación. Las palabras lastiman a las personas, en contraste, las personas racistas y discriminadoras arremeten contra las lenguas nativas y sus hablantes. Muchos instrumentalizaron los sistemas lingüísticos de los indígenas para tratar de borrar sus culturas.
Actualmente, nos encontramos ante el desafío de contribuir a cambiar la opinión social sobre las lenguas nativas. La necesidad es de capital importancia porque nos damos cuenta que hace poco el racismo y la discriminación se hicieron dueños del proceso constituyente. Afortunadamente, contamos con disposiciones legales estatales y universales que, si bien no se cumplen a cabalidad, nos pueden ayudar a erradicar en nuestro país este azote de la humanidad. Es saludable buscar la revalorización de nuestras culturas e idiomas porque como cierta persona dijo “si el mundo fuera de un solo color, sería aburrido”. En suma, todos estamos obligados a buscar una verdadera interculturalidad en nuestra tierra multicultural y plurilingüe.
BIBLIOGRAFÍA
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1 comentario :
Existe mucha propaganda en su version, si no hubieran sido los Españoles los Conquistadores no se tendría una cultura típica mestiza criolla,los indigenas no hubieran mantenido sus costumbres y lenguas. Tengo 67 años, son Linguista y estudie Derecho Internacional,nunca pensé en mi como criolla hasta que sufrí descriminación en mi ultima visita,hablo Aymara y Quechua aparte de otras 5 lenguas.
Mi generacion nos criamos con segundas madres campesinas que no solo nos enseñaron sus lenguas pero que como parte de la familia las casarón, pagarón los estudios de los hijos, tuve la suerte que mis hijos las conocieran y las quisieran como yo, esto no es extraño la revolucion del 9 de Abril hizo que mis compañeros en la UMSA fueran indigenas, pero a diferencia de hoy todos eramos orgullosamente BOLIVIANOS.
Nadie decia soy Aymara, criollo, etc. No fue racismo fue una integración de culturas que nos hace ricos en música gastronomía cultura. Y esto son los que los jóvenes estan perdiendo , la Bolivianidad. Vivo mas de 40 años fuera pero fuí a tener a mis hijos a Bolivia,y no her perdido mis lenguas ni mi dejo Paceño. Soy BOLIVIANA y basta.
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