jueves, 30 de agosto de 2012

ENSEÑANZA DE LENGUAS NATIVAS DESDE SUS PROPIOS VALORES CULTURALES

                                                                     
                                                                        Elias Reynaldo ajata Rivera 
Cel.: 77207625
RESUMEN
En las instituciones educativas del país, la enseñanza de lenguas nativas es realizada aplicando los enfoques pedagógicos propios de los idiomas extranjeros. No en todas las oportunidades se obtiene los resultados esperados en virtud de que los métodos, las técnicas y la organización de los contenidos no corresponden a la cultura de la que es parte el idioma estudiado. Es más, en un contexto sociopolítico donde se está tratando de reconocer la igualdad de todos los ciudadanos independientemente a la nacionalidad que pertenezcan, en las aulas hay un proceso de neo colonización, consciente o inconsciente, que ya no emplea el español como vehículo conquistador sino las lenguas originarias. Este fenómeno se efectiviza cuando se transmite, paralelamente al desarrollo de los temas programados, valores occidentales que, por supuesto, contradicen la cosmovisión nativa.
            Considerando que los pueblos andinos poseen identidad cultural, tradición histórica, saberes, instituciones, territorialidad, formas de organización y cosmovisión, es posible aplicar estas nociones al aprendizaje de sus lenguas. De manera que uniendo la cultura con el idioma se estaría formulando los necesarios contenidos, competencias, habilidades, técnicas, tratamientos interpersonales y demás aspectos. Todo lo dicho, en el entendido de que los requerimientos para un idioma nativo son distintos ya que la abrumadora mayoría de los estudiantes aún sienten vergüenza de hablarla. Entonces, la enseñanza precisa ser acompañada de una tarea descolonizadora sino se seguirá contando con personas que aprenden idiomas nativos, pero no los ponen en práctica fuera del aula.
PALABRAS CLAVE: enseñanza de lenguas nativas, pedagogía andina. 
INTRODUCCIÓN
En Bolivia, desde su fundación en 1825, las lenguas nativas son habladas por un gran porcentaje de la población. Pese a ello, constantemente a partir del estado se ha fomentado políticas  alienantes de los que consciente o inconscientemente hemos sido instrumentos. Lozada, al constatar  esta situación menciona: “La educación adquiere la fisonomía de un campo de lucha. Las clases dominantes la orientan para que sirva a sus intereses y la presentan como si realizara los intereses de la colectividad” (2005, p. 29).
Las lenguas originarias no fueron consideradas como vehículo efectivo de comunicación, el grupo dominante utilizaba su idioma en todos los ámbitos. Se enseñaba a los nativos en una lengua que no dominaban, “la educación consistía en que todos se castellanizaran” (Albó, 2002, p. 44). Las consecuencias no se dejaron esperar; por ejemplo, según Pánfilo Yapu, actualmente existe un rechazo a la lengua originaria en muchas comunidades (rechazo a la  lengua propia). Se elaboró una pedagogía para que las naciones originarias sientan vergüenza de su lengua y cultura, se inclinen por valores dominantes y, de esa manera, desaparezca la diversidad para formar una nación monocultural.
Como las miradas principales estaban dirigidas al exterior, tampoco existieron intelectuales que recuperen los saberes ancestrales. Reinaga, por ejemplo, afirmaba categóricamente que  Bolivia carecía de escritores y artistas, al mismo tiempo de calificarla como “Una miserable y despreciable colonia intelectual de Occidente” (1971, p. 82). Por su lado Molina hacía conocer que “más saben en conjunto sobre Tiwanaku Precolombino los franceses, alemanes, checos, holandeses, ingleses, estadounidenses y demás americanistas del mundo entero, que los propios dueños de casa”. (2002, p. 32). Ciertamente, no hemos dado el interés debido  ni siquiera a nuestro principales íconos y son otros los que nos informan sobre los mismos. 
Las universidades existen desde la Colonia, pero recién en los últimos años han ido creando carreras para enseñar idiomas nativos. Sucede que a pesar de que la normativa vigente[1] y el requerimiento de la población así lo manifiestan, aun no se está considerando, recuperando y desarrollando  efectivamente el conocimiento de los aymaras, quechuas, guaraníes y otros pueblos. Por tal razón, es responsabilidad de la comunidad universitaria contemporánea convertir la educación superior en liberadora,  impulsar la toma de consciencia de nuestra realidad con el fin de transformarla, tener una educación con identidad y difundir sistemáticamente nuestras culturas.
Cada idioma corresponde a una cultura y ésta determina los rasgos de aquella. No es lo mismo enseñar aymara que inglés porque cada cual responde a características particulares. Es así que no se puede concebir, por ejemplo, que un tema en lengua anglosajona sea desarrollado, en primera instancia, con valores culturales andinos porque estaría fuera de su contexto.
Por tales razones, existe la necesidad de buscar en nuestro entorno los elementos necesarios e idóneos que hagan efectiva la enseñanza simultánea de lengua y cultura originaria. Este trabajo tiene que ser en aras de concebir una metodología propia no susceptible a los vientos de la moda o las corrientes intelectuales foráneas porque la vivencia de los pueblos andinos es constante y cíclica, razón por la cual permaneció por muchos siglos sin perderse ante la presión de los grupos dominantes. En un contexto intercultural como el que vivimos, es razonable que nuestro principal motivo sea valorar y fortalecer nuestra propia cultura (Tintaya, 2008, p. 59)[2].
Consiguientemente, el objetivo que tenemos es examinar los valores y principios andinos, principalmente aymaras y en cierta medida también quechuas, para plantear su aplicabilidad en el aprendizaje de estas lenguas. Pilares milenarios esenciales como lo comunitario, el respeto a la naturaleza, la dualidad hombre-mujer y la reciprocidad (expresado en el ayni, la mink’a, la mit’a) se constituyen en la pedagogía de los pueblos originarios, por lo que son susceptibles de ser empleados  en el  ámbito académico. Obviamente, con ello no se busca  descartar todo lo practicado hasta el momento sino reflexionar sobre la posibilidad de reencaminar nuestra visión y, si es necesario, rescatar los aspectos positivos que hubiesen servido.
Recientemente, la Carrera de Lingüística de la UPEA, realizó talleres para uniformar los programas de enseñanza de idiomas. Durante las jornadas de análisis, en la comisión de aymara, se reflexionó sobre algunas ideas que presentamos, lo que indica que nuestro pensamiento no es aislado. Sin embargo, se requiere todavía darle un impulso mayor a esta tendencia porque hay mucho que rescatar de nuestra cultura y pocos se están dedicando a esta tarea. Asimismo, es pertinente hacer conocer que por las características y extensión del  trabajo, solamente se muestran ciertos puntos que obviamente no abarcan todos los aspectos del tema. Pese a todo, nos hacemos la siguiente interrogante:
¿Cómo se puede aplicar la cosmovisión andina en la enseñanza de lenguas nativas?          
METODOLOGÍA
Para llegar a nuestro cometido, se ha contemplado el carácter cualitativo del artículo. Se hizo la recolección de información mediante el examen de documentos a la par de corroborar los datos observando la vivencia de las naciones originarias del entorno. Posteriormente, se reflexionó la manera cómo se puede emplear los valores y principios identificados a la enseñanza de lenguas nativas.  
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN
Principios fundamentales de la sabiduría andina
Amalia Choque Mamani, indica que existen cuatro principios fundamentales que ella denomina con palabras aymaras[3]:
Ajayu, espiritualidad
Yati, pensamiento o racionalidad cósmica
Qama, vivencia social armónica y equilibrada centrada en la familia
Lura, ciencia y tecnología referentes a la actividad humana que constituye del hombre y la mujer como sujetos creadores y recreadores.
En base a estos cuatro pilares se puede formular también el mismo número de habilidades necesarias:
a) Ser (Ajayu). No se refiere a cuestiones religiosas, en cambio, es la esencia de las cosas, la forma como se concibe el mundo donde vivimos. Por consiguiente, esta habilidad consiste en que el “ser” del estudiante se caracterizará por valorar lo colectivo antes de lo individual, será “cosmocentrica” y se desenvolverá académicamente en base al “ama suwa, ama llulla, ama qhilla”[4] (no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo). Este se constituye en el pilar de las demás habilidades dado que tanto el pensar, el practicar o vivir y el hacer dependen de los rasgos del ser.  
b) Pensar (Yati). Según Fausto Reinaga, “El idioma es el pensamiento. Sin palabras no se piensa. Cuando se piensa se habla mentalmente.” (2010, p. 321). No se puede entender que alguien tenga dominio oral, gráfico, auditivo y de lectura sin que todo ello se dé a través de un proceso mental en el idioma estudiado. En algunas ocasiones los hermanos (as) estudiantes suelen recurrir, por ejemplo, a emplear otra lengua para codificar o decodificar el mensaje; luego, pasan a traducirlo al idioma que se está internalizando. El que aprende requiere pensar en idioma nativo, de la misma manera  su pensamiento valorará positivamente la cultura del que es parte.
c) Practicar o vivir (Qama). Lo aprendido será ejecutado en cualquier contexto con los hablantes nativos o con otras personas sin que en medio haya vergüenza alguna. De la misma forma, se practicará la cultura que se ha recibido a la par de los contenidos. Es pertinente un cambio en la vivencia; aprendemos idiomas nativos pero aún nos embarga cierto pavor a la hora de tener un comportamiento coherente a la cultura originaria. Por ejemplo, muchos catedráticos de lenguas nativas prefieren vestir traje porque les da categoría antes que colocarse alguna prenda que identifique a la lengua que enseña, la misma que tampoco se la habla en los acontecimientos institucionales. Los que enseñan hablarán positivamente de los idiomas nativos y se reflexionará en conjunto (comunidad universitaria). Fruto de ese procedimiento se tendrá respuestas emergentes de entre todos, los que despertarán una consciencia de practicar en la vida cotidiana. Si los estudiantes no pertenecen a nuestra cultura, se le transmitirá de la misma manera que a los demás con el fin de que comprenda nuestra vivencia y se fortalezca la interculturalidad.
d) Hacer (Lura). Será la habilidad que englobe a las que actualmente se maneja en el mundo académico: hablar, escuchar, leer y escribir. Cuando de culturas andinas se trata, se cuenta con la ventaja de que son tradicionalmente orales, lo cual puede ser bien aprovechada. Complementariamente, es prioritario desarrollar la escritura porque necesitamos profesionales que produzcan obras literarias para dejar la vieja práctica de repetir lo que viene de afuera y tratar de adaptar a nuestra realidad. Lamentablemente, se sigue idolatrando a los autores extranjeros sin cuestionarnos si la visión con que nos estudiaron corresponde a realidad cultural que vivimos, incluso algunos defienden a ciegas a autores que se sirvieron de nuestros hermanos y los oprimieron. Reforzando la habilidad de escribir, los conocimientos surgirán de esta tierra acompañados con una ideología e identidad propias. Aunque la audición y la lectura son acciones que se dan siempre que se haya dado el hablar y el escribir, también es de prioridad desarrollarlos.
En conclusión, el aprendizaje de lenguas nativas significará el dominio de las habilidades citadas de manera similar al sistema de control vertical de pisos ecológicos practicado por nuestros antepasados.
La familiaridad
En un contexto cultural andino donde lo colectivo está antes de o individual, estudiantes y docentes son hermanos porque en una comunidad todos se constituyen en una sola familia, razón por la que en varios idiomas nativos no existe exactamente una palabra que traduzca este término  tal como la conocemos. A la vez, el ser humano es hijo (a) de otras entidades superiores: el sol, la luna, las montañas, la Pachamama, etc. En ese sentido, en el árbol genealógico se ubicaran primero estos entes, debajo de ellos estarán nuestros antepasados y nosotros nos ubicaremos en la parte más inferior.
Retomando esta visión, los que enseñen idiomas jugaran un papel similar al líder (mallku, mama t’alla, jilaqata) que se preocupa de la armonía, el buen funcionamiento y el interés común familiar. Por lo tanto, las clases se convertirán en reuniones (tantachäwinaka) donde todos estarán dispuestos alrededor del que desde su liderazgo guiará el aprendizaje de la lengua originaria, no existirá el sentarse unos detrás de otros porque eso quiebra el principio de igualdad.
Cuando los estudiantes ingresan a las universidades, lo hacen en condiciones diversas. Unos ingresan sabiendo hablar porque desde niños han vivido en hogares aymara hablantes, quechua hablantes, etc. Otros emplean algunas palabras que les permiten entablar conversaciones cortas y básicas. Por su parte, también hay de los que no conocen nada. Para todos ellos, es aplicable el planteamiento que hacemos porque mantenemos o reforzamos la identidad de los primeros, fortalecemos la situación de los segundos y hacemos parte nuestra a los últimos.
La familiaridad también se refiere al manejo de conocimientos y experiencias respecto a las cosas que nos rodean para tener disponibilidad de la información. Las lenguas nativas necesitan ser familiarizadas y convertirse en vehículo comunicativo con la familia universal.
Lo colectivo sobre lo individual
Para las naciones andinas, lo colectivo o comunitario está sobre lo individual. La persona llega a ser parte integrante del todo, en ella desarrolla sus actividades en solidaridad, reciprocidad e igualdad con sus semejantes. Esta es la razón por la que afirmamos que en ese contexto educativo se está colonizando nuevamente, pero no a través del español sino con las lenguas nativas. Al impartir los temas, se enseña hablando primero del individuo, como en las lenguas europeas, después recién se abarca la comunidad.
Para graficar mejor, podemos citar el caso de los pronombres personales. Se suele enseñar primero el “yo” antes del colectivo “nosotros”. En cierta ocasión, conversamos sobre este asunto con el Lic. Claudio Marcapaillo, quien entonces apreciaba este extremo. Evidentemente, por tradición u otras razones, muchos se resistirían a una reorganización, pero es menester realizar un análisis al respecto.
Actualmente, se aprende los pronombres personales del aymara y el quechua en el siguiente orden:



Naya (Nä)             Yo
Juma                      Tú
Jupa                      Él/ella
Jiwasa                   Nosotros (incluyente singular)
Nänaka                                 Nosotros (excluyente)
Jumanaka             Ustedes
Jupanaka             Ellos
Jiwasanaka          Nosotros (incluyente plural o comunitario)
Ñuqa                     Yo
Qan                        Tú
Pay                        Él/ella
Ñuqanchik           Nosotros (incluyente)
Ñuqayku               Nosotros (excluyente)
Qankuna               Ustedes
Paykuna                               Ellos



Aplicando el principio de lo comunitario o colectivo sobre lo individual quedaría de esta manera:


  Jiwasanaka       Nosotros (incluyente plural o comunitario)
  Jupanaka           Ellos
  Jumanaka           Ustedes
  Nänaka               Nosotros (excluyente)
  Jiwasa                 Nosotros (incluyente singular)
  Jupa                    Él/ella
  Juma                    Tú
  Naya (Nä)           Yo
Ñuqanchik           Nosotros (incluyente)
Paykuna                               Ellos
Qankuna               Ustedes
Ñuqayku               Nosotros (excluyente)
Pay                        Él/ella
Qan                        Tú
Ñuqa                     Yo




El procedimiento es aplicable también, entre otros, a sufijos posesivos y conjugaciones verbales:


Enseñanza actual                                          


-ja = mi (s)
-ma = tu (s)
-pa = su (s)
-sa = nuestro (s), nuestra (s)

Aplicando cosmovisión andina
-sa = nuestro (s), nuestra (s)
-pa = su (s)
-ma = tu (s)
-ja = mi (s)

Enseñanza actual


            Nayax manq’tha                                 Yo como/ Yo comí
            Jumax manq’ta                                  Tú comes/ Tú comiste
            Jupax manq’i                                     Él (ella) come/Él (ella) comió
            Jiwasax manq’tan                              Nosotros comemos/ Nosotros comimos
            Nänakax manq’apxtha                       Nosotros comemos/ Nosotros comimos
            Jumanakax manq’apxta                     Ustedes comen/ Ustedes comieron
            Jupanakax manq’apxi                        Ellos comen/Ellos comieron
            Jiwasanakax manq’apxtan                 Nosotros comemos/ Nosotros comimos
            Aplicando la cosmovisión andina
            Jiwasanakax manq’apxtan                 Nosotros comemos/ Nosotros comimos
Jupanakax manq’apxi                         Ellos comen/Ellos comieron
Jumanakax manq’apxta                     Ustedes comen/ Ustedes comieron
Nänakax manq’apxtha                       Nosotros comemos/ Nosotros comimos
Jiwasax manq’tan                              Nosotros comemos/ Nosotros comimos
Jupax manq’i                                     Él (ella) come/Él (ella) comió
Jumax manq’ta                                  Tú comes/ Tú comiste
Nayax manq’tha                                 Yo como/ Yo comí
Cada vez que se tenga que avanzar un tema se tendrá que iniciar por lo colectivo para arribar a lo individual. Supongamos que estamos aprendiendo las ocupaciones, oficios y profesiones; empezaremos por describir las actividades de la comunidad[5] después se citará las personas que se necesita para desarrollar los diversos trabajos que tenemos.
La complementariedad
Este principio andino está relacionado con la valoración de la vida (Lozada, 2005, p. 96) en contraposición a la visión occidental donde es imposible la contradicción lógica (Ibid, 2005, p. 97). Se parte de entender que las aparentes diferencias se convierten en fortalezas ya que somos parte de un todo en el que el individuo requiere de los otros para vivir.
a) Asociación complementaria. Sucede cuando varias entidades sin ser contrastantes forman unidad dependiendo entre ellos de manera recíproca. En el campo lingüístico, las palabras que forman las oraciones se complementan entre sí, al eliminar alguno de ellos ya no tendrá sentido completo[6]:
            Aka anux wali manq’at utjatawa.                  Este perro tiene mucha hambre.
            Anux wali manq’at utjatawa.                        El perro tiene mucha hambre.
            Wali manq’at utjatawa.                                 Tiene mucha hambre.
            Manq’at utjatawa.                                          Tiene hambre.
            Manq’at                                                         De comida

b) Oposición complementaria. De la diferencia emerge la armonía. “pero los opuestos no luchan entre sí tratando de neutralizarse como el Dios y el Diablo de los cristianos, sino que son parte del todo, se complementan y sin uno no hay otro”[7].  La complementariedad se dará entre el alaxpacha y akapacha, lo cósmico y humano, lo bueno y malo, lo divino y humano, etc. Es en este contexto también se entiende la dualidad chacha-warmi (hombre-mujer), Urinsaya-Aransaya (posesión de abajo-posesión de arriba). En un mundo donde el hombre es uno más de los seres que viven en la Naturaleza, inclusive las piedras, plantas y otras entidades son macho y hembra. Consiguientemente, cuando se trata de una lengua andina, no es pertinente hablar de antónimos sino de una oposición o dualidad complementaria. Veamos algunos ejemplos:    
Negro-blanco, son percibidos como los colores que armonizan perfectamente. Clara muestra son los tejidos como el manteo, el costal o la qipa, que es el hilo pasador que une todos las demás tonalidades de una cama o aguayo. No se considera al oscuro como la representación del mal y el blanco como el bien tal cual ocurre en el cristianismo.           
Noche-día, son parte de la misma jornada. El día comienza con la salida del padre sol [8] y durante la noche estará presente la madre luna.
Bien-mal, no son censurados y polarizados porque son necesarios para la existencia. Se aprende de los problemas, las dificultades son aprovechadas para la vida social mediante la solidaridad.    
Alto/bajo, no significan la existencia de una desproporción. Muchas comunidades incluso barrios se organizan aun de manera dual no por eso uno de ellos es menos, por ejemplo, Sunq’achi Bajo y Sunq’achi Alto, Pampahasi Alto y Pampahasi Bajo (sic.).
Gordo-flaco, los cánones de belleza difieren del que los medios de comunicación difunden. La mujer robusta no es discriminada sino considerada hermosa. Ante nada, todos viven en comunidad y se ayudan.
Además de lo especificado, hay que hace notar que no existe una polarización  porque para los (las) andinos (as) la lógica es trivalente, hay un punto de enlace entre los opuestos complementarios, y concibe el tiempo de manera cíclica e infinita[9] (Lozada, op. cit., p. 101). Illapa Callisaya, refiriéndose a la estructura sintáctica del aymara indica que a diferencia del español se puede afirmar, negar  y  expresar la duda, lo inseguro, lo incierto (2011,  p. 155). Para demostrar lo anterior muestra los ejemplos que siguen:
Pregunta                                 Respuesta                               Análisis de significado
Qharurux irnaqäwir saratati.          Sarchixay.                           No hay seguridad de que vaya al trabajo,
(¿Iras mañana al trabajo?)              (Iré pues tal vez)                 pero tampoco que no irá.
Juwanchux kunjamaskisa.                               K’umarjamakïxiway.         No hay la seguridad de que Juan está bien
(¿Cómo se encuentra Juan?)           (Parece que ya está bien)                                                o mal.
Aplicando esta lógica trivalente, en el aprendizaje de las lenguas nativas, las competencias a desarrollarse serán la comunicativa, la lingüística y la cultural. Los estudiantes requieren interactuar con los demás, manejar los elementos y reglas del idioma, así como conocer y practicar la cultura porque actualmente hay personas que estudian lenguas nativas, pero cuando salen del aula se olvidan hablar y no ejecutan los valores y principios recibidos[10]. En cambio, si pensamos en la situación de personas que están aprendiendo inglés u otra lengua extranjera, fuera de los ambientes educativos caminan ejercitando frases, escuchan canciones, nombran a sus hijos y mascotas en ese idioma e incluso presumen en algunos ámbitos para que los demás los valoren. Obviamente, gran parte de esto se debe al prestigio de la lengua, por ende, para alguien que enseña un idioma nativo el trabajo es más difícil, pero ¿para qué enseñar una lengua si los que aprenden no la han de emplear en sus hogares, las calles y de paso tienen vergüenza? Entonces, es pertinente una competencia cultural.
Respeto entre mayores y menores
A diferencia de las sociedades occidentales, las culturas nativas mantienen un gran respeto a las personas mayores porque son los que con el pasar del tiempo ha ido acumulando sabiduría y tienen experiencia, recíprocamente ellos también respetarán a sus menores ¿Cómo entender esto en la lengua? Los elementos mayores de los idiomas nativos son los que conocemos como raíces y los menores serán cada uno de los sufijos que “respetando” las características de los anteriores se acoplaran para formar una construcción de tamaño superior. 
De manera similar, los docentes juegan el papel de mayores transmitiendo sus conocimientos y saberes y los estudiantes el de menores recibiendo la herencia cultural. El vehículo de aprendizaje es la actividad cotidiana, ya sea trasladada a los ambientes o practicada en su contexto real. Esta forma de aprendizaje es muy efectiva entre las naciones originarias porque los niños andinos aprenden ayudando a los padres y tienen muchas aptitudes en su desenvolvimiento diario[11]; pero desde la visión occidental, esta práctica es considerada como trabajo infantil. Entonces, ¿cómo aprenderían los niños aymaras y quechuas a ser buenos agricultores, comerciantes o ganaderos? ¿Tendrían que pasar clases para aprender las habilidades de sus padres?
La reciprocidad
La sociedad andina se desenvuelve en base a la correspondencia mutua, practicando primero el dar para recibir. Las diferentes maneras de su manifestación son susceptibles de ser empleados como técnica, contenido u otro. Lingüísticamente, los pares mínimos pueden entenderse en una relación recíproca porque se favorecen entre ellos para ser entendidos y diferenciados en la pronunciación:
Lluchhu (suelto)                                 Lluch’u (gorro)
Ñaka (apenas)                                                Ñak’a (paladar)
Laqa (rápido)                                     Laka (boca)
Khhuchhi (cerdo)                               K’uchi (alegre)
Qhana (luz)                                        K’ana (trenza)
Fruto del principio de reciprocidad nacen las prácticas del ayni, la  mink’a y la mit’a. El ayni consiste en ayudarse intercambiando mutuamente el trabajo; las actividades como la siembra, la cosecha, la edificación podían ser realizadas en colaboración con los vecinos (que a la vez son hermanos) y en otra ocasión, solidariamente se hará lo propio devolviendo la colaboración. La mink’a plasma el vínculo de solidaridad para encarar los problemas o necesidades, el trabajo es colectivo y se dirige a las obras que benefician a la comunidad. Por su lado, la mit’a[12] se caracteriza por la obligatoriedad del trabajo para el estado; para efectivizarlo se recurría a los turnos; no se permitía el servicio gratuito y se correspondía con retribución en alimentos o bebidas. Entonces, en base a éstas experiencias, se puede elabora un sinnúmero de técnicas. Por ejemplo:
Ayni
El día lunes, Wara aprende los colores y enseña a Waskar.
El martes, Waskar aprende los nombres de animales y enseña a Wara.
Mit’a
Durante la semana se tiene repasos orales. El primer día será Maya la persona que se encargue de la actividad preguntando a los demás. El segundo día será Illapa…y así sucesivamente.
El cosmocentrismo y la universalidad de la vida
El ser andino se considera integrante del universo que lo rodea, es un elemento más. Existe una relación indisoluble entre la parte y la totalidad, la totalidad y la parte. Este afecto colectivo por la naturaleza genera una consciencia de que cualquier acción individual y grupal tiene implicaciones en el universo (Lozada, op. cit., p. 97). Todo lo que existe está dotado de vida: los humanos, los animales, las plantas, los astros, las piedras, los nevados,…Como ya se dijo con anterioridad, la noción del tiempo es cíclica y no lineal como en occidente. La religión es politeísta, no se piensa que las deidades son perfectas e inmaculadas, son la realización de la vida.
Lamentablemente, la colonización hizo que perdiésemos nuestra visión de las cosas. Nos enseñaron que el principal punto cardinal es el norte, en contraposición, nuestros antepasados se orientaban por la salida del sol; por ello, las edificaciones chullpas tienen la puerta hacia el este. La serpiente era un animal sagrado, no por nada nuestros líderes se pusieron los nombres de Tupak Amaru y Tupak Katari, pero fue convertido en símbolo del mal por el cristianismo. Muchas personas nos hablan de las ruinas de Tiwanaku, sabiendo que allí no hay ruinas sino testimonios que nos transmiten nuestra identidad y herencia de vida de nuestros antepasados. Por siglos, se hizo creer que el hombre y mujer andinos no tienen capacidad de abstracción y no conocen los signos; sin embargo, nuestros símbolos se ven manifestados por la chakana, el condor, el halcón, el carancho, la llama, la vicuña, la alpaca, el Illimani, el Huayna Potosí, el Illampu, el Sajama, etc., no en vano muchos de ellos aparecen representados en las obras líticas y cerámicas de los antiguos aymaras y quechuas. Con la llegada de los españoles, se ha perdido los nombres nativos para las personas, reiteramos que hoy incluso los animales tienen que tolerar nombres en idiomas extranjeros.  
Lo expresado es susceptible de ser aplicado en la enseñanza de lenguas, consolidando lo que aun tenemos y rescatando lo desaparecido. A sabiendas de que algunos autores ya consideran estos elementos culturales, planteamos profundizar hablar de los mismos a la par de conjugar verbos o estudiar sustantivos. Los diálogos son idóneos para recuperar los nombres perdidos porque es posible crear una situación comunicativa donde aparezcan en dualidad hombres y mujeres que respondan a Wara, Waskar, Maya, Nayra, Kurmi, etc. Aparentemente, se cuenta con un número limitado de nombres, pero posiblemente aún no hemos percibido que éstos están conservados en la toponimia; por ejemplo, los hijos del pintor Roberto Mamani Mamani se llaman Illimani e Illampu.
Los materiales a emplearse en una primera instancia son los que corresponden a la naturaleza y la vida cotidiana. Los rituales preparados para agradecer a la naturaleza (wilancha, ch’alla, waxt’a) sirven para formular técnicas de enseñanza:
La ch’alla del saludo
Para consolidar el aprendizaje, elegimos a alguien para que salude a todos. Tal como ocurre en las reuniones saludará uno por uno a todos los presentes por sus nombres o dirigiéndose con palabras fraternales: aski urikïpànay, Wara; Aski urukïpanay, Jilata. De esa manera, se estará realizando una “ch’alla”, esparciendo la participación a los miembros de la colectividad.
El equilibrio y la solidaridad
Considerando la óptica cosmocéntrica andina, el ser humano buscará el equilibrio con la naturaleza y sus semejantes. Cualquier desviación trae consecuencias que afectan a todos. Para mantener el equilibrio con sus hermanos (as), en las culturas andinas, la estructura social tenía la ideología de la solidaridad (Paniagua, 2008. p. 108). Cuando la producción generaba excedentes se redistribuía entre los que no estaban en buena situación. El equilibrio con la naturaleza se mantiene mediante el respeto y el cuidado de todos sus entes habitantes. Si practicásemos estos principios, inclusive las calificaciones no deberían ser cuantificadas sino ponderadas de acuerdo al rendimiento porque en la vida aymara y quechua no se categoriza numéricamente a las personas, la naturaleza es la que evalúa el rendimiento del trabajador.
El sistema rotativo de turnos y consensos
En las comunidades nativas, no existe el sufragio para elegir a las autoridades, se considera que todos tienen la misma capacidad. La alternancia es el criterio que se usa sabiamente para evitar problemas electorales o discriminaciones. En fidelidad con este pensamiento, las decisiones no requieren ser tomadas por voto, siempre prevalecerá el consenso porque un pueblo que es complementario no funcionaría del mismo modo si alguno de sus engranajes falta. Como técnica, el sistema de turnos y consensos puede ser muy productivo:
Numeración rotativa
Requerimos consolidar el aprendizaje de los números. Acordamos que cada uno repetirá sucesivamente las cantidades que le toquen y que al final de la ronda se inicie por una cifra distinta a la secuencia que se estaba siguiendo. Esa situación, garantizará que no se memorice solamente el grupo correspondiente a una centena o decena. Además de divertido, todos participarán y mantendrán la concentración para no llegar a fallar.
Partida
Este fenómeno se da en la crianza de animales y la agricultura. La persona que tiene llamas, vacas u ovejas las entrega por un determinado tiempo a alguien que dispone de posibilidades para su cuidado. El beneficio será equitativo; la primera cría será para el pastor y la segunda para el dueño. Igualmente, la persona poseedora de terreno dispondrá de él para que otra realice la remoción de tierra (arar). Al fin, ambos cosecharán en igualdad. De igual manera que en los anteriores, elaboremos una técnica
La “partida” de palabras
Se distribuye por parejas a los estudiantes. Se encomienda a uno de ellos que haga un razonable listado de palabras en un pedazo de cartulina o papel. Posteriormente, él o ella entregará la lista a su pareja de trabajo para que con las vocablos dados genere dos oraciones: uno para el que elaboró la lista de palabras y otro para él o ella. Ambos darán a conocer a los demás las oraciones formuladas. De esa manera se habrá completado la “partida”. Luego, se repetirá el proceso de manera inversa.
CONCLUSIONES
Probablemente, muchos consideren nuestros planteamientos como políticos porque cuando se sale del marco de la visión occidental se suele calificar de esa forma; para ellos, sólo lo que está dentro de los cánones dominantes es valedero. Asimismo, estamos conscientes de que este estudio es preliminar y exigua; sin embargo, pese a ello esperamos haber despertado cierto interés por nuestra cultura. Cada vivencia, valor, principio, práctica, saber o similares con los cuales convivimos cotidianamente espera por que alguno de nosotros se interese y los aplique en los diferentes ámbitos donde nos encontramos.
Las carreras relacionadas con la lingüística y los idiomas cuentan con una situación muy favorable para poder producir conocimientos en base a nuestra cultura y dejar de ser cajas de resonancia de países extranjeros. Si valoramos lo nuestro y lo difundimos tendremos más éxito que al tratar de imitar y mejorar los conocimientos foráneos, éstos pueden ser empleados accesoriamente. Con esa visión, entendemos que la enseñanza de lenguas nativas se desarrollará mejor si la contextualizamos con elementos de su propia realidad.
El aprendizaje de lenguas andinas debe estar acompañado de una acción descolonizadora. Las habilidades, competencias, contenidos y demás elementos pedagógicos serán distintas de los que son aplicadas para las lenguas extranjeras porque las necesidades son también diferentes y los estudiantes siguen embargados de prejuicios negativos hacia estos idiomas nativos. Para superar la enseñanza descontextualizada, contamos con la cosmovisión andina. Es así que la reciprocidad, la complementariedad, el cosmocentrismo, etc. son los pilares que pueden ser aplicados a la educación.
¡Jallalla Qullasuyu Marka!


BIBLIOGRAFÍA
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[1]El parágrafo I del artículo 91 de la Constitución Política del Estado menciona que “La educación superior desarrolla procesos de formación profesional, de generación y divulgación de conocimientos orientados al desarrollo integral de la sociedad, para lo cual tomará en cuenta los conocimientos universales y los saberes colectivos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos”. Por su parte el numeral 5 del artículo 29 de la Ley de la Educación “Avelino Siñani – Elizardo Pérez  indica que uno de los objetivos del subsistema de educación superior  es “Recuperar y desarrollar los saberes y conocimientos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, comunidades interculturales y afrobolivianas”.
 [2] Complementariamente, Kymlicka indica que “La pertenencia cultural nos proporciona un contexto de elección inteligible y nos asegura un sentimiento de identidad y pertenencia, sentimiento al que podemos recurrir para afrontar cuestiones acerca de los valores y los proyectos personales” (1996, p. 150); sin embargo, nuestro interés no es sólo individual sino colectivo.
[4]En aymara: Jan lunthatamti, jan k’arimti, jan jayramti
[5] Al hablar de comunidad, no restringimos su significado al área rural sino también puede ser el barrio o la ciudad donde vivimos.
[6] Análisis aplicable a cualquier idioma.
[7]Cf. Aguirre, Renato (s.f.). Cosmovisión andina: el paradigma de los opuestos complementarios. En http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd27/cosan.pdf
[8] Por esta razón el Año Nuevo Andino-Amazónico se recibe con el surgimiento de los primeros rayos solares y no a medianoche como en el Año Nuevo Gregoriano.
[9] Por esta razón es que al tratar de traducir las palabras aymaras qhipa y nayra surge la dificultad al comprender su significado pareciera que atrás es adelante y adelante es atrás o que el futuro está en el pasado y viceversa.
[10]En la misma dirección, el informe de la Comisión del Área Aymara de las últimas Jornadas de Actualización de Contenidos de la Carrera de Lingüística e Idiomas de la UPEA, aparece lo siguiente: “Yatiqirinakarux uñacht’aysnawa, kunanakas  aka jakaw markasanx  utjistu, ukarjam wali sum yatiqapxañasataki” (Podemos mostrar a los estudiantes las cosas que hay en este pueblo donde vivimos, para que aprendamos muy bien de acuerdo a eso).
[11]Esta forma de educación es realizada de una manera cuidadosa sin atentar contra la dignidad del niño ni privarlo de sus necesarios juegos cotidianos. El tiempo es distribuido y priorizado de acuerdo a las necesidades.
[12] Durante la Colonia, se distorsionó esta práctica confundiéndola con la explotación inhumana.


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Enseñanza de Las Lenguas Nativas Desde Sus Propios Valores Culturales

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104471926 Pedagogia Andina (1)