Por:Elias Reynaldo Ajata Rivera
elias_two7@hotmail.com.
Cel.: 77207625
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Qhini ch'uq yapu (sembradío de papa dulce) |
RESUMEN
La existencia de los aymaras está íntimamente relacionada a la papa. Después de haberla domesticado mejoraron las técnicas de cultivo. Descubrieron la manera de conservarla y supieron valerse de su idioma para nombrar cada una de las especies y variedades, manteniendo una clasificación para los tubérculos cultivados y silvestres que no ha sido borrada por la terminología occidental. Las designaciones se construyen con nombres exclusivos, colores, partes de animales, plantas y personas, en otros casos se acude a la imaginación.
Para el hombre andino, no sólo es un alimento. Se constituye en la fuente de su cosmovisión y conocimiento. Los aymaras relacionan cada entidad existente con un todo. En consecuencia, cada elemento natural tiene vida y merece respeto.
Por otro lado, la existencia de la papa no fue nada fácil. Al ser llevada a Europa, unos le dieron la bienvenida y otros la satanizaron. Para incrementar su cultivo, incluso se tomaron medidas creativas de estado. Con todo, actualmente es uno de los cuatro cultivos más utilizados por el ser humano. En suma, nuestro objetivo es dar a conocer el conocimiento que tienen los aymaras sobre la papa y la influencia de ella en su forma de vida.
INTRODUCCIÓN
Imaginémonos a los primeros habitantes de la tierra y la generación actual como si estuviesen en una pantalla compartida de televisión. Si ese fuese el caso, veríamos a aquellos vestidos de una manera improvisada y poca estética, en oposición a la situación de los nuestros donde la simetría es un criterio indeleble. Nuestra observación se quedaría corta en el supuesto de que no considerásemos aspectos como el comportamiento, los valores, la organización, las maneras de comunicarse y el abastecimiento de alimentos, entre otros. Principalmente, son importantes los dos últimos para nuestro cometido puesto que la humanidad ha pasado de su condición de recolector a agricultor ante los lentes de la historia.
Se calcula que desde la aparición del ser humano en el planeta, aproximadamente 3.000 especies vegetales le han servido de alimento, combustible, medicamento y materia para elaborar prendas de vestir. De todos ellos, llegó a cultivar unas 150 plantas en pequeña y gran extensión. Por consiguiente, el número de los que han sido sometidos a la agricultura es ínfimo. Además Hay que hacer notar que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Centro Internacional de la Papa (CIP) manifiestan que actualmente el trigo, el arroz, el maíz y la papa se constituyen en la alimentación básica de la humanidad, es decir, nos hemos limitado a emplear unos cuantos productos para nuestra existencia.
De acuerdo a Nikolai Ivanovich Vavilov, genetista ruso, la agricultura tuvo un origen montañoso. Eso es lo que sucedió con el trigo y el arroz en Asia. En América, se domesticó el maíz en la región mexicana y la papa en la cuenca del lago Titicaca. De modo que si alguien pensaba que el hombre americano heredó incluso los alimentos de los europeos estaba equivocado.
El ambiente de frío, que obliga a las montañas a cubrirse con un sombrero blanco de nieve, condiciona las actividades cotidianas de los que viven en el territorio andino. Tanto la flora como la fauna del lugar responden a las características de la zona. Muchas especies son originarias; por ello, se tuvo que adaptarlas a la región de destino cuando se las trasladó.
Antes de que arriben los españoles, los aymaras y quechuas cultivaban productos que les alcanzaba hasta la siguiente cosecha. La quinua, la cañahua, la oca y la papalisa, son algunos de ellos. La presencia de estos cultivos sostuvo la economía y garantizó la seguridad alimentaria de entonces. Sin embargo, el más importante e inseparable de las culturas mencionadas llegó a ser la papa.
La papa es una planta que tiene un tubérculo harinoso comestible de tamaño heterogéneo según la especie y variedad. Su fruto viene a ser una baya con numerosas semillas, que contiene importantes cantidades de solanina. Se la cultiva enterrando los tubérculos o rebanadas de ellos, siempre considerando que tengan ojos. Las variedades nuevas se logran de las semillas que se producen a través de la polinización controlada. Al momento de cosecharla, contiene un 78% de agua, 18% de almidón, 2,2% de proteínas, 1% de cenizas, que son elementos inorgánicos, y 0,1% de grasas.
Los conquistadores españoles pusieron la cruz de muerte a varias culturas, lenguas y religiones; sin embargo, fueron conquistados por la papa ya que no la pudieron hacer desaparecer. Es así que hoy sus tubérculos son muy apreciados en todos lados por su alto grado de rendimiento y sus cualidades alimenticias. Tiene varios usos y aún se están descubriendo otros, por ejemplo, el almidón sirve para elaborar adhesivos y alcohol. Es un alimento que se ha introducido en la comida de ricos y pobres, se la incluye en la mayoría de los platos que se conoce. Muchos la trataron de reemplazar por otros productos como el camote, la yuca, el plátano y el maíz, pero no se dejó destronar.
El nombre es de origen quechua. Cuando los españoles llegaron a estas tierras, preguntaron a los originarios cómo se llamaba y la repuesta que encontraron fue “papa”. Obviamente, se propagó con los incas en el Tawantinsuyo y con los españoles en toda América. No obstante, en España se la denominó “patata” porque se la asoció con la batata dulce o camote que después de ser hallado en las Antillas, México y otras regiones de clima cálido había sido llevado a la península antes que la papa.
Como es evidente, los aymaras nombraron las diferentes especies y el ejército de variedades que conocían. Los primeros españoles que registraron los distintos denominativos se tropezaron con el problema de no representar adecuadamente con la fonética real, agravada por el incipiente español que hablaban. Por ello, como buenos cristianos, las bautizaron refonemizando términos nativos. De esa manera, incorporaron nuevas palabras inspirándose en el habla nativa, lo que significa que no sólo los idiomas nativos recurren al español, como piensan lamentablemente algunas personas, sino que ocurre un fenómeno inverso.
Actualmente, aún se cultiva la papa con sus nombres originarios porque la nomenclatura occidental ha sido arrinconada a los laboratorios y los espacios académicos. La gama de variedades con los que los aymaras conviven tienen rótulos basados en cualidades como el color y la forma. Existen tubérculos ovalados, redondos, aplanados e irregulares, con matices azules, rojos, blancos y combinados. De entre tantos, en las ciudades, se expende unos pocos. Los demás esperan en los depósitos rurales y en el suelo para ser reconocidos, por ende, son parte de la dieta del agricultor.
HISTORIA
La papa es originaria de Los Andes, específicamente de Bolivia y Perú. Los datos de su historia están inmersos en la fantasía y la realidad. Según evidencias arqueológicas, la papa fue empleada desde 13.000 años atrás y el chuño hace 10.000. J.G. Hawkes (1990) llegó a la conclusión de que la papa cultivada surgió de una especie de papa silvestre denominada Solanum leptophyes en un periodo comprendido entre los 10.000 y 7.000 años antes. Asimismo, manifiesta que se la domesticó en la zona interlacustre Titicaca-Poopo, siendo la primera especie domesticada la que se conoce técnicamente como Solanum stenotonum. En cambio, como no existe coincidencia entre todos los autores, algunos manifiestan que es cultivada hace 3.000.
Es muy posible que antes de la papa se haya empezado a cultivar la quinua por su resistencia a las heladas y su fácil siembra y cosecha. Otro factor importante fue la domesticación de los auquénidos porque de ellos se obtenía el estiércol para abonar. Posteriormente, los conocimientos obtenidos fueron adaptados a los demás tubérculos andinos.
Los hombres que vivieron cerca del Lago Titicaca se esforzaron en mejorar la producción. De modo tal que construyeron camellones y terrazas aproximadamente desde 1000 a.c. Los tiwanacotas crearon un sistema amplio de drenaje, canalizando el Río Katari, para cultivar de manera intensiva la papa, creando de esa manera una avanzada tecnología de campos elevados circundados por canales de riego. Por ello, se dice que la agricultura andina fue generada por los aymaras antiguos y no ha sido superada hasta la actualidad.
Las culturas andinas más fuertes no solamente influyeron políticamente, jugaron un papel importante al transmitir la papa a los pueblos con quienes tenían contacto. La cultura huari conoció los tubérculos cultivados por los tiwanacotas y juntos los heredaron a los incas. Entre los años 1.000 a 1.300, los aymaras conquistaron plenamente la costa, desde Ica(en el sur del Perú) hasta Copiapó (en el norte de Chile), abarcando la región montañosa del noroeste de la Argentina alcanzando Tucumán, lugares donde se evidencia la influencia tiwanacota, en consecuencia, los araucanos recibieron el benéfico producto de ellos y lo nombraron “poñi”. En el otro extremo del continente, los chibchas, pueblo cuyo territorio vivía en la actual Colombia, los llamaron “yoma”. Es así que la superficie era dominada por el hombre y el suelo por la papa.
El arte es una de las fuentes más efectivas para conocer a las civilizaciones antiguas. Las culturas moche y chimú elaboraron piezas de cerámica donde entre figuras antropomorfas y zoomorfas se muestra a la papa en diversas condiciones (fresca, brotada y deshidratada). Los “qiru” o vasos ceremoniales los incas, muestran practicas rituales relacionadas a la papa. Uno de los que se destaca es el “Jatun Qiru” del Cusco que muestra la “ch’alla” con chicha a la Pachamama, y tubérculos de papa, oca y papalisa.
Unos años después de la invasión española, éstos conocerían la papa. En abril de 1537, Gonzalo Jiménez de Quezada la vería por primera vez en un pueblo Chibcha llamado Sorocotá, en la provincia colombiana de Velez, donde se la llamaba “yoma”. De modo complementario, el año 1601, Juan de Castellanos se encarga de nombrar las variedades de la misma región; tales son “yoma”, “yomza”, “yomuy”, “yomi” y “yomogo”.
Los cronistas fueron los que describieron la papa en sus escritos. Pedro de Ciega de León, segundo de Francisco Pizarro, expresa en su obra “La Crónica del Perú”, que fuera del maíz el principal alimento es la papa. En 1552, Francisco López de Gomara cuenta en “Historia General de Las Indias” que la gente carece de maíz y vive por “cientos de años” gracias al consumo de papa. Agustín Zárate (1555) en “Historia del descubrimiento y Conquista del Perú” la cita junto al maíz tostado, la carne cecinada de venados, el pescado seco, la yuca, los ajíes y los camotes; aclarando que los “indios” comían todos ellos. También el Inca Garcilaso de la Vega hace sus “Comentarios Reales” en 1609 donde la considera el pan estas tierras, describiéndola como redonda y muy húmeda. En “Compendio y Descripción de Las Indias Occidentales”, escrita en 1628, Fray Vázquez de Espinoza afirma que las papas son mejor que las trufas pese a que él opinaba que era “alimento de indios”. El jesuita Acosta en su “Historia Natural y Moral de las Indias” aclara que crece en lugares donde no puede criarse el trigo y el maíz, las denomina “turmas de tierra” y coincide con los anteriores en que es todo el pan de los lugares donde existe. Un siglo después (1635), el padre Bernabé Cobo manifiesta que la papa es el pan que se constituye en mantenimiento general; describe que es del tamaño de “criadillas de tierra” midiendo dos palmos de altura, las hojas parecidas a las del toronjil, su flor en forma de campanilla, con un fruto inútil y de buen sabor; todo ello en su obra “Historia del Nuevo Mundo”.
El chuño tampoco quedó fuera de las páginas. Pedro Ciena de León publicó en 1553 su “Crónica del Perú” en Sevilla, obra donde aclara que “muchos españoles enriquecieron y fueron a España prósperos solamente con llevar de este ‘chuñu’ a vender a las minas de Potosí” dado que el producto era estimado y tenía gran precio. El Inca Garcilazo de la Vega indica que después de exponer a la helada “la cubren con paja y la pisan con tiento y blandura, para que despiche la acuosidad”, insinuando que había un criterio de limpieza y esmero en la deshidratación. Los citados Acosta y Cobo, cuentan que las papas amargas y silvestres eran consumidas como chuño, el segundo señala que la variedad luk’i es muy buena.
No existe un registro exacto sobre cuándo se introdujo la papa en Europa aunque se conjetura que habría sido alrededor de 1550. Salaman(1937) manifiesta que probablemente habría llegado a España cerca de 1570. Martín Delgar, cirujano cronista, afirmaba que España la conoció aproximadamente el año 1662 y en 1726 ya se veía vender en la Plaza Mayor de Madrid. Posiblemente los piratas Drake y Cavendish habrían llevado algunos ejemplares al asolar las costas de Chile en 1578 y 1587 respectivamente. A causa de eso, surgió la discusión de quién había sido el primero en llevar la papa a Europa, pero las evidencias favorecen contundentemente a los hispanos.
La entrada en los países europeos tuvo matices disimiles. Los monjes observaron al evangelizar cómo se cultivaba y, por ello, hicieron lo mismo en sus conventos de la península para alimentar a los pobres que iban en busca de ayuda. Los Carmelitas Mendicantes la trasladaron a Italia y desde allí llegó al centro del continente. En Inglaterra, se propagó rápidamente después de que Sir Walter Raleigh tomara algunas para transportarlas. En países como Francia, Italia y Rusia fue resistida dado que les parecía irracional comer un producto que crecía en el interior de la tierra, no estaban acostumbrados a consumir raíces y decían ellos que causaba lepra, es por ello que la emplearon únicamente para la decoración o la alimentación del ganado. Los rusos adjudicaron la propiedad de la papa a Lucifer porque la llamaron “planta del diablo”. Los católicos dijeron que no se citaba en la biblia, por tanto, comerla era pecado. No faltaba alguien que opinaba que las personas que la consumían padecían flatulencia, como si el tubérculo fuese una bomba de gases comprimidos que se activaban en el cuerpo humano. En suma, así como la papa fue favorecida por algunos religiosos también tuvo que enfrentarse a la fe cristiana e hizo frente a muchos argumentos que no pudieron con sus encantos.
Un hecho curioso es que después ingresar a Inglaterra aproximadamente en 1590 tuvo que ser importada a Bermuda en 1613. Posteriormente, pasó por primera vez a las colonias norteamericanas en 1621. En otros términos, la papa salió de América para volver a América.
Posiblemente, sea Francia el país donde fue más difícil la batalla, a tal punto que se tuvo que adoptar medidas estatales para fomentar su cultivo. Fue el farmacéutico del ejército francés Antoine Parmentier quien sugirió a Luis XVI promover la agricultura de la papa dado que había sobrevivido tres años consumiéndola como prisionero de Federico “El Grande” durante la guerra de los siete años. El Rey solicitó a los agricultores sembrarla por sus cualidades y ordenó que el ojal de los nobles de la corte mostrara su flor. Para darle un mayor impulso, decidió que los soldados vigilaran la siembra por las mañanas y se fueran por las noches. Esta manera de actuar causó la curiosidad de los campesinos quienes se animaron a robarlos porque se preguntaban qué es lo que el monarca protegía tanto.
De esa manera, la papa conquistó el mundo. Al empezar el siglo XVII, tanto españoles como nativos ya se alimentaban de ella. Luego de arribar a Europa, ya en 1750 se había convertido en un alimento muy importante.
Tanto en la época colonial y a inicios de la vida republicana no fue estudiada. Posteriormente, muchos investigadores e instituciones se dedicaron indagar los aspectos inherentes a ella y se empeñan en “desarrollarla genéticamente”. Con el contexto reciente, en el que las especies vegetales y animales únicamente tienen interés comercial y los que no satisfacen esa perspectiva son eliminados o puestos en peligro de desaparición a causa del desuso, aún se cultiva unas 5.000 variedades en Los Andes.
NOMENCLATURA OCCIDENTAL Y NOMENCLATURA AYMARA
Desde el punto de vista occidental, actualmente, la papa es clasificada de acuerdo a tres diferentes sistemas: el ruso, el de Dodds y el de Hawkes. Debido a la existencia de distintas especies y variedades de papa, se le ha dado a cada una un nombre diferente. Sin embargo, la más conocida en el planeta es el Solanum Tuberosum, designación acuñada por el botánico suizo Caspar Bahuin en 1596, anticipándose 157 años a Carlos Linneo, naturalista y médico sueco. Consiguientemente, se hace la siguiente clasificación:
REINO: Vegetal
SUBREINO: Cormofitas
DIVISIÓN: Fanerógamas
SUBDIVISIÓN: Angiospermas
CLASE: Dicotiledóneas
GRUPO: Simpétalas
ORDEN: Personadas
FAMILIA: Solanáceas
GÉNERO: Solanum
ESPECIE: Tuberosum
De acuerdo a Lauro Lujan Claure, son “cuatro especies silvestres que participaron en la generación de las siete cultivadas”. Ellas son nombradas por el autor como Solanum leptophyes, Solanum sparisepilum, Solanum acaule y Solanum megistacrolobum. Los nombres latinizados citados de las cultivadas son Solanum stenotomum, Solanum juzepczuk, Solanum x chaucha, Solanum x ajanhuiri, Solanum x juzepczukii, Solanum x curtilobum y Solanum phureja. Podemos observar que en tres de los mencionados se nota la presencia de denominaciones aymaras; tales son chaucha, axawiri y phurixa, lo que implica que se recurrió a palabras nativas en el caso de algunas designaciones.
Lamentablemente, las obras publicadas respecto a la taxonomía de la papa solamente citan los nombres originarios con fines complementarios o por mera mención. No se da a conocer que estas denominaciones implican un conocimiento sobre la evolución de cada especie y variedad. Los aymaras se esforzaron en perpetuar la información que conocían sobre la papa codificándola en sus nombres. Lo anterior no sólo nos sirve para referirnos a las especies cultivadas porque “Así mismo, se evidencia una relación más desarrollada del conocimiento nativo sobre las papas silvestres en la región con asentamiento Aymara en relación con la región en asentamientos Quechua y Mestizos” (COCA MORANTE 2008:63).
Durante varios siglos, los aymaras han seleccionado un sinnúmero de variedades que se adecúan a distintas condiciones. Según lo que escriben Denise Arnold y
Juan de Dios Yapita en su libro “Madre Melliza y sus Crías”, la nomenclatura andina “es muy consistente con la quimotaxonomía ‘científica’ de laboratorio”, es decir, las denominaciones se asemejan a los resultados de los estudios realizados.
El nombre antiguo de la papa es “amqa” o “amka”, posteriormente tomó el de “ch’uqi”, sustantivo que alude a todas las especies y variedades en forma global. Weston La Barre, en 1947, diferenció las papas “luk’i” (papas amargas) de las que él llama “ch’uqi” (que se comen después de ser hervidos). Sin embargo, existe una confusión porque como ya se dijo “ch’uqi” es el nombre genérico. El mismo año, Hawkes clasificó los adjetivos aymaras referidos a la papa considerando su color, forma, tamaño, textura, sabor y tiempo de maduración.
En 1883, Luis Felipe Guzmán dio a conocer una colección interesante de variedades de papa. Para la clasificación se basó en las cualidades culinarias y particularidades agronómicas. De ese modo, diferenció cuatro grupos con nombres españolizados en algunos casos:
a) Imillas: Blanca, Altamachi, Vana Imilla, Imilla Pintada, Puka Ñahui, Chola Imilta, Karakara, Zapallo, Patrona, Negra Pintada, Condor y Manzanilla, siendo sus plores blancas.
b) Runas: Bola Runa y Choco Runa
c) Coillus: Catahui, Culi, Culi Menor, Coillu Colorada, Coillu Blanca, Coillu Negra, Coillu Manchada, Huaca Chilena, Vuttu Runtu, Canastilla, Sailuhi, Machuhuanuchi, Kachun Papa, Guayapacha, Vaguar Cotu, Cuchi Papa, Pureka, Grande, Pureca Menor, Sangre De Toro, Puca Pollera, Puca Chaleco, Amajaya, Kunurana, Pablo Pintado, y Lacahueña. Las flores que tienen son moradas o sonrosadas.
d) Luquis: Luqui Grande, Bola Luqui, Vana Luqui, Molloncoy y Quetu.
Walter Cevallos Tovar, agrónomo de profesión, efectuó la segunda clasificación en 1914. Se hizo conocer las denominaciones aymaras de184 variedades, considerando para ello la forma de los tubérculos: redondos, alargados, aplanados e irregulares. Para cada variedad también se fundamentó en el color de la piel, la pulpa, la profundidad de los ojos y la presencia de antocianinas, entre otros.
Por su parte, Felix Layme (2009) prefiere hablar de tres grupos. Los criterios que toma en cuenta son sus características gastronómicas y su resistencia al frio y calor:
a) Qhini o papa dulce que es débil al frío y al calor, siendo necesario cocinarla con cáscara. Aquí se incluye Janq’u Phiñu, Wila Phiñu, Qhini Qami, Axawiri, P’itikilla, Phurixa, Chhuxllu, Runtusa, Kuntuma, Sicha, Susupa O Susu’pa, Wisllapaki O Warisaya, K’usill Nasa y Surimana.
b) Munta o papa monda que no es fuerte ni débil al frío y al calor. Se los emplea después de mondar. Están comprendidas las variedades Wila Imilla, Ch’iyar Imilla, Wila Pala, Murar Pala, Sani Imilla, Janq’u Imilla, Saq’u y Waka Lluqu.
c) Luk’i o papa amarga también llamada anchawiri. Muestra fortaleza al frío y al calor. Es más empleada en la obtención del chuño. Q’aysa, Allqa Nasawiri, Janq’u Nasawiri O Nasa’ri, Murar Sisu, Janq’u Sisu, Qitu Luk’i, Chuqipitu, Anchawiri, Mama T’alla, K’awna Luk’i, Ch’irisaya, Qulla, Yuruma y Yukiña son los nombres que se cita.
Cabe aclarar que las variedades del grupo munta son dulces y tardan el mismo tiempo que una papa que se cocina con cáscara para convertirse en chuño. Las plantas de ambos mantienen las mismas características generales. Por otra parte, otro aspecto a resaltar del autor es que no se olvida de mencionar la papa silvestre que es referida como Apharu.
En efecto, los agricultores conservan incluso los nombres de tubérculos que crecen sin la intervención de la mano del hombre. El citado Bernabé Cobo (1653) habla en una publicación de Ballivián y Ceballos Tovar (1941) sobre las papas silvestres y amargas llamadas “afora” que no son aptas para comer. La palabra mencionada demuestra el conocimiento nativo de la época. Martin Cárdenas (1948) mencionó por primera vez las palabras “apharu”, “apharuma” y “aparuma” para referirse a las papas silvestres.
Se las puede encontrar en un amplio territorio que comprende desde Nebraska y Colorado, en el suroeste de los Estados Unidos, hasta el extremo sur de los Andes. Tiene dos centros de biodiversidad: la región central de México y la zona altoandina, desde Perú hasta el noroeste de la Argentina. Hawkes y Hjerting (1989) señalan que en Bolivia existe 33 especies, en los departamentos andinos; 17 de los cuales crecen en el territorio aymara de La Paz (Ochoa indica que son 19), y el resto se encuentra en la zona quechua (Cochabamba, Potosí y Chuquisaca) y de habla española en la región de Santa Cruz. Según Lauro Lujan Claure (1996) “de las 235 especies de papa reconocidas hasta el presente, hay siete cultivadas y 228 silvestres”, en otros términos, “la papa tiene más especies silvestres afines que cualquier otro cultivo”.
Recientemente, Mario Coca Morante sacó a la luz un artículo con el nombre de “Conocimiento Nativo de la Papa Silvestre en Bolivia” donde basándose en entrevistas rescató, a los que él llama, “nombres nativos” o “denominaciones vernaculares”. Entre los términos que cita están: Apharu, Khapharu Ch’ogue, Achachil Ch’ogue, Jamach’i Ch’ogue, “Monte Ch’ogue, Monte Phureja, Pampa Ch’ogue y Ck’ipa Ch’ogue. El investigador manifiesta que las denominaciones de Khapharu Ch’ogue, Apharu Ch’ogue y Pampa Ch’ogue son utilizadas en lugares ubicados sobre los 4.000 m.s.n.m. Cabe aclarar que “k’ipha ch’uqi” es el apelativo que los agricultores usan para referirse a aquellas plantas y tubérculos que crecen en un suelo cultivado meses antes a partir de algunos ejemplares domésticos que habían sido dejados al escarbar.
Como dijimos anteriormente, la lengua es portadora del conocimiento del pueblo del que es patrimonio. Contiene los rasgos culturales y la visión cosmogónica. Por ello, en base a los antecedentes anteriores, los datos que tenemos en el idioma mismo y el presente estudio hecho en base a la observación realizamos la siguiente clasificación. Para llegar a nuestro cometido se consideró aspectos como la utilidad que tiene para el hombre, las características del suelo, las cualidades culinarias, la resistencia a los factores adversos (temperatura, humedad, radiación solar, viento, heladas, salinidad, precipitación pluvial, altitud, etc), el color, el tamaño, el aspecto exterior o forma que presentan, el sabor que poseen, los rasgos de la pulpa, la textura y el tiempo de maduración. La nomenclatura empleada corresponde al altiplano del Departamento de La Paz.
CH’UQI KASTACHAWI
(Clasificación de la Papa)
CH'UQI (papa)
YAPUCHAÑ CH'UQI (papa cultivada)
QHINI (papa dulce)
QHATHI (papa para no pelar) Wila Anu Kayu, Ch’iyar Anu Kayu, Janq’u Anu Kayu, Allqa Anu Kayu, Phisi Kayu, Añaway Phiñu, Janq’u Phiñu, Wila Phiñu, Ch’iyar Phiñu, Ch’iyar Axawiri (Ch’iyar Axariya), Janq’u Axawiri (Janq’u Axariya), Allqa Axawiri (Allqa Axariya), Chawcha, Maman P’iqi, Sisu Qhathi, Wichira, Ch’iyar Yari, Janq’u Yari, Allqa Yari, Khunurana, Phurixa (Phuriqa), Kuli, P’itikilla (Wila P’itikilla), Chhuxllu, Kuntuma, Sicha, Susupa (Susu’pa), Wisllapaki (Warisaya), K’usill Nasa, Surimana (Sulimana), Runtusa y otras
MUNTA (papa para pelar) Sana Imilla (Sani Imilla), Wila Imilla, Ch’iyar Imilla, Janq’u Imilla, Wila Sutamari (Wila Pala), Ch’iyar Sutamari (Ch’iyar Pala), Janq’u Sutamari (Janq’u Pala), Allqa Sutamari (Allqa Pala), Wila Saq’u, Ch’iyar Saq’u, Janq’u Saq’u, Allqa Saq’u, Waka Lluqu, Quyu, Ulant Ch’uqi, Sapallu y otras
LUK'I (papa amarga) Muruqira (Muriqira), Janq’u Luk’i, Chuqipitu, Q’aysa, Liqiliq Kayu, Qitu, Allqa Nasawiri, Janq’u Nasawiri (Nasa’ri), Qitu (Qitu Luk’i), Anchawiri, Mama T’alla, K’awna Luk’i, Ch’irisaya, Q’ulla, Yuruma, Yukiña, Rusasa, Janq’u Sisu, Murar Sisu, Piñasa y otras
APHARUMA O K'APHARUMA (papa silvestre)* Apharuma, Achachil ch’uqi, jamach’ Ch’uqi, Munti Phurixa, Munti Ch’uqi y otras
GRÁFICO
GRÁFICO
Janq'u Phiñu |
Maman P'iqi |
Ch'iyar phiñu |
Wichira |
Chawcha |
Wila Phiñu |
Axariya (Axawiri) |
Ch'iyar Imilla |
Wila Anu Kayu (Wila P'itikilla) |
Wila Imilla (Allqa Imilla) |
Añaway Phiñu |
Allqa Anu Kayu |
Sisu Qhathi |
Liqi Liq Kayu |
Luk'i Ch'uqi |
Chuqipitu |
Tunta, una forma de conservación de la papa |
* Apharuma es el nombre general del grupo, en varios lugares también designa nombres específicos.
Chu’qi es el nombre aymara común y genérico que incluye a todas las especies y variedades. Se subdivide en dos grupos: las cultivadas, el que el ser humano ha domesticado desde hace varios siglos, sirviendo de alimento Yapuchañ Chuqi, y las silvestres, K’apharuma o Apharuma. La papa cultivada es de generaciones sucesivas. En cambio, el otro no ha sido sometido a la agricultura aunque es ha sido la fuente de origen de las anteriores.
Por su lado, dentro de las especies domesticas encontramos dos subgrupos. Las papas qhini son dulces y agradables, susceptibles a los cambios de temperatura, buenos para cocinarlas de maneras diferentes, de rápida transformación en chuño como en tunta y amante de suelos arcillosos (ñiq’i), arenosos (ch’alla) y mezclados con piedras (chhaxwa). Son plantas que crecen hacia arriba. Por otro lado, el sabor amargo, la resistencia a las heladas, el crecimiento apropiado en suelos llamados técnicamente gleisol (k’arpha) y el uso casi exclusivo para elaborar chuño, tunta –para los que se necesita mayor tiempo- y la preparación de sopas son los rasgos que distinguen a las variedades Luk’i. Suelen disponer sus ramas al nivel del suelo. Las papas amargas tienen ese gusto porque están dotadas de glicoalcaloides (solanina, chaconina, tomatina, misina y solamargina).
Las variedades correspondientes a la papa dulce no se pueden cocinar de la misma forma. Unas no requieren perder la cascara, las conocidas como Qhathi, y otros sí, las Munta. Las primeras son arenosas como el Phiñu o pegajosas como el Yari. Aparte de la necesidad de descascarar, el grupo Munta generalmente alcanza mayor tamaño.
El idioma aymara como ningún otro, posiblemente también el quechua, ha asignado denominativos a cada una de las variedades que se encuentran en su área de influencia. Los nombres pueden ser palabras sueltas o combinadas, lo importante es que no se le ha escapado ninguna. Se ha inspirado en varios factores concretos y abstractos, incluso en algunos casos recurrió a la imaginación, por ejemplo, k’usill Nasa que significa nariz de payaso. Los colores que más aparecen son rojo, blanco y negro (janq’u, wila, ch’iyara). No faltan las referencias a otras especies vegetales como el espinoso arbusto Anahuaya así como partes del cuerpo de un animal (Maman p’iqi o Cabeza de Halcón). No debemos ignorar las palabras compuestas (Wisllapaki o quebraespátula) ni las refonemizaciones causadas por la aparición de nuevas variedades o la injerencia del español (Ulant Ch’uqi o papa Holandesa, Sapallu o Zapallo) y los nombres exclusivamente utilizados para la designación de papas: Chaucha, Quyu, Phurixa, etc.
Ahora dediquémonos a la papa silvestre. Como es de suponer, las diferencias en los nombres se dan en virtud a la zona geográfica de la que es habitante la planta. Se dice que en las orillas del Lago Titicaca antes de la llegada de la cebada, los pájaros se alimentaban de papas silvestres. Por ello, se las conoce como “Jamach’ Ch’uqi” cuyo significado es “papa de pájaro”. Por otro lado, las especies cultivadas actualmente habrían descendido del “Achachil ch’uqi” o “papa del abuelo”, en alusión a su antigüedad o a su posible condición de especie génesis de las domésticas. Es la papa que servía de alimento a los antiguos habitantes de la región de Sorata, en tiempos de carencia causada por la sequía.
En la misma zona se encuentra el denominado “Munti Ch’uqi” apelativo que alude a un conjunto de variedades existentes en el lugar. El significado que tiene es “papa del monte” dado que aquellas tierras habrían estado inundadas de estas plantas hace mucho tiempo, además de que se sumergían entre la vegetación conocida como monte. En ciertos lugares también se las refiere con el nombre de “Munti Phurixa” debido a que posee las características de las variedades “phurixa”, cultivadas tradicionalmente allí, que son resistentes a la enfermedad llamada tizón tardío o “llixti” en aymara, cuya presencia es muy elevada en Sorata. En aquel clima existe una especie endémica llamada semillo o lelekoya que visita los maizales y es consumida normalmente sin ser nunca cultivada.
Gracias al continuo uso y la lealtad de los hablantes aymaras a su lengua, todos estos nombres de papa han perdurado en el tiempo y lo seguirán haciendo. Denise Arnold cuenta en la introducción de su obra citada que encontró a los ingleses comiendo papas con nombres aymaras (papa Willka). De la misma manera, cita lo que dijo John Dodds en el sentido de que “El verdadero tesoro de Los Andes no fue el oro que buscaban los Conquistadores, sino las papas que ellos pisaban”. Entendemos este último enunciado no sólo como tesoro económico sino también lingüístico.
LOS SIGNIFICADOS DE LA PAPA
Muchos autores que se dedican a realizar estudios, pese a sus desvelos, no han podido encontrar una definición exacta de significado. A tal punto llegó la amplitud del término que Ogden y Richars le dedicaron un libro titulado “The Meaning of Meaning” (El significado del significado) en 1923 donde dan a conocer 22 definiciones. Por ello, vamos a limitarnos a entender el termino como aquello a lo que asociamos cuando recibimos una información, el concepto que tenemos de algo o lo que representa para nosotros.
El nombre ch’uqi es sinónimo de alimento para los aymaras. En el Lago Titicaca, se la conoce como “Mama jatha” cuyo significado denotativo es semilla madre. Es que la papa representa la fuente de la cosmovisión andina del mismo modo que del arte, el conocimiento, el lenguaje, la religión y otros aspectos.
En tiempos prehispánicos, para los aymaras, la papa significaba connotativamente seguridad alimentaria y, por ende, el respeto a la vida humana. Por ello inventaron formas de conservarla que no fueron superadas hasta ahora. Los tubérculos se guardaban en almacenes bien protegidos de la humedad. Hoy por hoy, se observa cómo se deposita en hoyos seguros llamados q’ayru cavados en el suelo y posteriormente tapados. En el momento necesario, después de un periodo corto o largo, se desentierra no hallando ningún daño en los tubérculos.
Otras maneras de preservación son la transformación en chuño y tunta, chuñu y tunta en aymara. Para la obtención del chuño, es pertinente exponer la papa a las bajas temperaturas de la noche, realizar el pisado para deshidatar, secar al sol y someter al viento para separar las cascaras. Las variedades qhini son las que necesitan menos tiempo que la luk’i. Se tendrá que esperar de dos semanas a un mes, dependiendo de intensidad de la helada. Por otra parte, la tunta necesita las bajas temperaturas para estar congelada. Luego se recoge antes de la salida del sol en una bolsa. La papa dulce requiere estar tres semanas en el agua y la amarga, un mes; posteriormente serán secados y pelados. La diferencia de coloración entre ambas radica en que el chuño es negro a causa de los rayos solares y la tunta, blanca porque se la embolsa a primeras horas del día, el sabor es otro de los rasgos distintivos.
Estas técnicas de conservación, son la mejor herencia de nuestros antepasados para subsistir en tiempos de sequía y mala producción. Merced a ese procedimiento las tropas de guerreros de las antiguas culturas andinas podían continuar con su cometido aunque las cosechas se malograran porque contaban con alimento almacenado. Existen cálculos de que el chuño es el 70% del total de la alimentación de los habitantes de la zona rural del altiplano de Bolivia y Perú, en el periodo comprendido de agosto a marzo.
Tanto el concepto de seguridad alimentaria como el respeto a la vida humana fueron destruidos en la época de la explotación colonial. Muchos agricultores y consumidores murieron a causa de un idioma, una religión y de una visión política-económica nuevos, inadecuados e inequitativos, a más del ordenamiento social y territorial hecha sin considerar las formas de organización nativas. Es por tal situación que hoy vemos que los países andinos aun luchan contra la escasez de alimentos.
Entretanto que la aparición de la papa en los sueños está asociado a varios significados. Unas veces, es la tenencia de dinero y en otras anticipa la buena o mala producción cuando se la ve en época de siembra (ARNOLD et. al 1996). También puede representar la vida, cuando existe buena producción y la muerte, en el caso que sea demasiado o tenga los ojos muy hundidos.
En relación a la Illa y la ispalla podemos indicar que son las partes naturales integrantes de la fauna y la flora respectivamente. A diferencia de la visión occidental, la illa no es la representación de, en nuestro caso, la papa sino que es la papa misma, en otras palabras, es la presencia de ella ante nuestros ojos. Esa forma de ver las cosas surge a partir del pensamiento de que en la naturaleza todo está relacionado, como se explicará a continuación.
MAMA JATHA Y LA COSMOVISION ANDINA
Con cosmovisión nos referimos al conjunto de opiniones y creencias que constituyen la forma de ver e interpretar el mundo. De manera que el término se aplica a una persona, época o cultura. Es una manera de concebir nociones comunes para todas las facetas humanas partiendo de la política, las relaciones sociales, la economía, la educacion llegando a la religión, la filosofía y la moral. Lo que demuestra su carácter integral. Consiguientemente, una lengua es parte de la cosmovisión porque es el vehículo más efectivo para expresarla y entenderla.
En la Cosmovisión Andina, y particularmente en la aymara, la naturaleza y el hombre están ligados eternamente. Los aymaras priorizan lo colectivo comunitario antes que lo individual. De esta forma de pensar se asume que existe una relación indisoluble entre la parte y la totalidad y viceversa. La exclusión es una palabra casi inexistente porque sólo hay lugar para la complementariedad.
Así mismo, La cosmovisión andina está íntimamente ligada a la producción de la papa. Tanto al sembrar, al cuidar y al cosechar se plasman varias prácticas agrícolas, la mención a la Pachamama es una de ellas. La papa es parte de la naturaleza por eso muchos nombres de especies y variedades se refieren a animales, personas, plantas y demás entidades naturales; sin embargo, se sabe que unas 5.000 variedades desarrolladas genéticamente son “propiedad” del Centro Internacional de la Papa (CIP). El problema radica en que algunos la ven como un producto de consumo y nada más.
En la época colonial, los españoles se limitaron referirse a la papa, pero no a las prácticas culturales relacionadas a ella. Sin embargo, Felipe Guamán Poma de Ayala (citado en LUJAN 1996) es una excepción ya que explica en su obra no publicada “Nueva Crónica y Buen Gobierno”, escrita entre los años 1563 y 1613, las actividades agrícolas de aquel momento. Es en ese sentido que hace conocer cuatro descripciones con relación a la papa.
Narra que se iniciaba los cultivos con la participación de cuatro hombres y cuatro mujeres jóvenes. Vestidos con ropa de ceremonia, un hombre, sosteniendo un arado de pie, estaba acompañado de una mujer que servía la chicha, entretanto que los restantes tres hombres también con arado de pie separaban cespedones de tierra que eran invertidos por las restantes tres mujeres del grupo. Asimismo, menciona que este rito se daba en el mes de agosto con cánticos y estaba dirigida a la preparación del terreno.
Diciembre se constituía en el mes del “Inti Raymi”, también de la siembra de la papa y la oca. A similitud de la actividad anterior, participaban el hombre, abriendo el surco (suka) con su arado de mano, y la mujer, que llevaba unos 10 kg. de semilla en una pieza cuadrada opuestamente amarrada de forma diagonal en su hombro derecho, depositaba las semillas con ambas manos, mientras que otra detrás de ella las cubría con un mazo de madera.
De la misma manera, cuenta como se hacía la vigilia nocturna. Habla de una mujer que ahuyenta una zorra, venado y zorrilla con tambor en mano. Otra, munida de un azadón de palo (wak’ana) saca la papa de la tierra para robarla. Asimismo, hace conocer que las perdices comían los tubérculos descubiertos.
Finalmente, llegamos a conocer, el modo de realizar la cosecha. Después de medio año de estar en tierra, en el mes de junio las papas eran extraídas del suelo. Con un “azadón de palo”, una mujer las desenterraba luego de que un hombre removía la tierra con un “arado de pie”, al mismo tiempo que otra las colocaba en un costal para cargarla después en su espalda.
De lo anterior podemos rescatar que en la labranza de la papa existe la complementariedad dual hombre-mujer (chacha - warmi) que se ve aún hoy en día. Las comunidades originarias andinas practican este principio fundamental en sus relaciones. De esa forma, considerando los principios de la relación de la parte con el todo, lo colectivo antes que lo individual y la complementariedad hombre-mujer, nace el equilibrio y la reciprocidad entre el hombre, la mujer y la Pachamama.
La papa representa el plano femenino de la dicotomía hombre-mujer. Una muestra es que muchas variedades incluyen la palabra aymara “imilla”. De conformidad a Felix Layme (2009:27), el significado es “chiquilla, chica, niña” y en sentido figurado una “mujer menor de edad en relación a mujeres mayores”. Existe una relación personal del agricultor andino con la papa porque en nuestra cosmovisión incluso las piedras tienen vida y género. Por tal motivo, se personifica y se la trata con demasiado cariño como a una mujer de corta edad. Es más se les llama la atención a aquellos que al escarbar hieren o parten una papa. En la época de siembra, las mujeres son las que colocan las semillas en el interior de la tierra mientras que los varones aran y abren surcos, es decir, el contacto entre la Pachamama y la Mama Jatha se produce gracias a ellas.
Por otro lado, la visión que tienen los aymaras sobre el mundo está íntimamente relacionada a la papa. Según Thérèse Bouysse (1987:283) existía diferencia entre el calendario de los aymaras y los incas a causa de los cultivos que dominaban, la papa y el maíz respectivamente. La medición del tiempo y el espacio fue inspirada por la que se puede llamar “la semilla de la sociedad andina”. El lapso necesario para cocinar la papa era el criterio para computar el tiempo. El topo, tupu en aymara, todavía sirve en el tanteo de superficies. Significa el área de terreno cultivado necesario para una familia.
Una forma diferente de mostrar nuestra visión es a través del arte, la literatura o la tradición oral. Existen cuentos (siw sawinaka), adivinanzas (jamusinanaka, dichos (sawinaka), poesías (chapar arunaka y canciones (jayllinaka, k’uchirt’awinaka) que recuerdan las bondades de la papa y aconsejan a las personas a comportarse de cierta manera. Como ya se dijo, un aspecto que no falta es su relación con la naturaleza. Dos muestras son un acertijo y un fragmento de la canción “Axawir Imilla” que complementariamente nos informan que los padres de la papa se llaman Pachamama y Jilir Mallku:
“Kunas, kunas. Pachamaman phuchapatwa, taqin munatapuni, patar alis ukjamat sum k’ajiritwa”.
“¿Qué es, qué es? Soy hija de la Pachamama, querida por todos, creciendo hacia arriba así brillo mejor”
AXAWIR IMILLA(fragmento)
Axawir imillatwa Soy la muchacha Axawiri
Jilir mallkun phuchhapatwa La hija del Gran Mallku
Taqit larusiri. La que se ríe de todos.
El cuento de la Perdiz y el Zorro hace mención a la papa cuando el zorro queriendo saber porque el color dorado de los perdigones pregunta: “kunjamats wawanakamax paru paruki” (¿de cómo tus hijos son dorados?).A lo que la perdiz le respondió: “Nayax wawanakajarux ch’uqirjamaw t’ujunttha” (Yo hago cocer como a las papas a mis hijos). El desenlace contiene la muerte del carnívoro animal y sus crias. Este ejemplo nos demuestra que la papa puede ser cocida de muchas formas. La identidad cultural se manifiesta incluso a través de la comida. Aunque muchas personas sigan pensando que la papa, el chuño y la tunta son el alimento de los campesinos, hay otros que disfrutamos del sabor del qhati con phasa, la waja, el ch’uñu phuti y el ch’uñu ch’aqhi.
Los dichos siguientes pretenden normar la conducta. Primeramente, observamos que el cultivo de papa es muy importante para el aymara. Por ello, las recomendaciones se dirigen al cuidado que se debe tener en su manejo. En cambio, en el último ejemplo, nos encontramos ante una combinación entre el encargo anterior y un problema de salud.
“Janiw ch’uqi satañanx thithiyasiñati, janiw achurikit siwa”
“No hay que enojarse en la siembra de papa, dice no suele producir”
“Janiw ch’uqix pampanakar williñakiti, qhipa maranakax janiw achurixit siwa”
“No hay que derramar la papa en las pampas, dice que los siguientes años ya no suele producir”
“Janiw ch’uqi llamaykasax ch’inqhañakiti, jikhaniw p’akisir siwa”
“No hay que herir la papa al escarbar, dice que suele quebrarse la espalda”
En efecto, entre las bondades de los maravillosos tubérculos andinos, está su utilidad en el campo de la medicina. Actúa como un efectivo antiespasmódico, antiflogístico y hemostático. Se emplea para combatir la calentura colocando delgadas piezas cortadas en la frente y otras zonas del rostro y, en caso necesario, en otras partes del cuerpo. Es muy buena para tratar úlceras gástricas, picaduras de insectos, quemaduras, cálculos renales y forúnculos. Además, tiene un uso estético cuando se aplica en forma de mascarilla para luchar contra las arrugas.
CONCLUSIONES
El centro de origen de la papa es el altiplano boliviano. Los aymaras fueron los que pusieron las bases de la agricultura de Los Andes. Los demás pueblos conocieron la papa por la influencia de aquellos.
Al llegar los españoles la compararon con un calbote tierno, con una trufa y la denominaron “criadillas de tierra”, asignándole el papel de pan de estas tierras. Se dieron cuenta de los diversos nombres que tenían las variedades y especies, pero no escribieron estas denominaciones con la fonética adecuada, por ende, las refonemizaron.
Actualmente, los agricultores conservan muchos nombres aymaras haciéndolos prevalecer sobre la nomenclatura creada en el mundo científico. Es así que se divide en dos grupos: las cultivadas y silvestres. Los primeros se subdividen en qhini y luk’i, cada uno de ellos con sus variedades cuyos nombres hacen referencia a especies animales y vegetales, además a personas y entes imaginativos, sin olvidar los nombres propios de papa.
La cosmovisión andina surgió a partir de la papa. Significaba la seguridad alimentaria en tiempos prehispánicos. Los valores y principios del hombre andino fueron determinados por la existencia de la papa. A mas de ello, se la asocia con la figura femenina. No en vano, actualmente, es uno de los primeros alimentos consumidos por el hombre porque realmente, venció todas las batallas en el campo que fuese.
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AJATA RIVERA, Elias Reynaldo es egresado de la Carrera de Lingüística e Idiomas de la UPEA. Ex Presidente del Honorable Consejo Universitario (HCU) de esa Casa Superior de Estudios. Autor del blog Lingüística e idiomas UPEA (http:/eliasreynaldo.blogspot.com), interesado en el estudio del lenguaje e idiomas nativos.
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2 comentarios :
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